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Crítica El Protector.
Floja cinta de acción al servicio de Antonio Banderas.
Algo ya común en nuestros días. Estrellas de Hollywood que se dirigen a Europa del Este (en este caso algo más al sur, en Grecia) para rodar vehículos de acción para su lucimiento que venden de forma correcta en el mercado doméstico e incluso a veces llegan a algún cine. Liam Neeson lanzó el género por los aires con la saga Venganza, y pocos lo han repetido. Nicolas Cage, Bruce Willis, Mel Gibson, Dolph Lundgren, Jean Claude Van Damme… todos han rodado, y ruedan, películas de este estilo. Banderas tiene varias, algunas realmente interesantes, de verdad, como Security. Otras como El Protector son auténticos desastres que sólo se sostienen por la fuerza del actor, quien hace lo que puede por sacar a flote un guión inexistente y una dirección novel y sin la energía necesaria. La película necesitaba un equipo detrás de las cámaras que apostase por darlo todo como el actor malagueño.
Banderas da vida a un tipo que trabaja para la mafia, en concreto para una jefa muy particular que le encarga los trabajos más peculiares, incluyendo deshacerse de quienes molestan demasiado. En esa línea de trabajo le colocan a un joven, luchador callejero, que servirá como asistente. Por el camino, conocerá a una joven adolescente que acaba en siendo obligada a prostituirse en una red de webcams internacional. Y cuando estamos viendo la película absolutamente nada de eso tiene sentido. Pero alguien parece que le dijo al actor que su pose, su actitud, su personalidad… todo tenía que ser reflejo de la de Keanu Reeves en John Wick. Quizá por eso tenemos la sensación de estar viendo un John Wick de Hacendado y no la película que podía haber sido. O quizá no, quizá el guión y su autor nunca dieron para más y por mucho esfuerzo que se hiciese, el resultado sería igual de aburrido.
De nuevo, sólo se salva Banderas porque él sabe lo que está haciendo, sabe venderlo de la forma más digna. Se entrega a su personaje y su forma de ser, no se deja llevar por el tedio y le da una fuerza que las terribles líneas de guión no tienen. El actor está siempre en pie y peleando en la película, y sus duelos con una aburrida Kate Bosworth son la prueba. De otros elementos de reparto como algún músico o varios secundarios, es mejor no hablar demasiado, porque no aportan absolutamente nada y, en la mayoría de casos son clichés sin personalidad ni profundidad. Sin nada más que supuestas líneas de guión “guays” y el vacío más absoluto como resultado final. De hecho hay varios momentos en los que no te crees lo que estás viendo, porque nada tiene sentido (la escena con la quinceañera que da inicio a la trama real de la historia.
No hay mucho más que decir de la película. Es fallida y acaba siendo aburrida por momentos. No hay acción, ni tensión, y cuando llega el desenlace parece que han pasado tres horas en lugar de noventa minutos. No te arregla ni una tarde de domingo. Es, ante todo, blanda y sosa. Mediocre. Si fuese abominable, uno podría reírse de ella. Pero, aunque hay momentos que producen alguna risa inintencionada, lo normal es que todo pase sin pena ni gloria ante nuestros ojos. Un guión inexistente con frases, algunas, terribles. Una dirección plana. Un reparto del montón. Y un actor que es el único que aporta algo y le da vida a la película. Quizá tengamos más suerte la próxima vez, porque esperamos que haya una próxima vez…
Jesús Usero
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