La misteriosa belleza de la sueca Rebecca Ferguson es el principal atractivo de esta pelรญcula un tanto confusa, en la que la directora Shamir Sarif narra una historia de amor en medio de la dictadura soviรฉtica.
Un comienzo alentador, ambientado en el Moscรบ de los secretos candentes de finales de los aรฑos cincuenta, sirve para arrancar los motores de esta movie, diseรฑada con demasiados frentes que atender y una relaciรณn romรกntica entre agentes inexpertos, que es -a la postre- el mejor elemento del guion.
La misteriosa belleza de la sueca Rebecca Ferguson es el principal atractivo de esta pelรญcula un tanto confusa, en la que la directora Shamir Sarif narra una historia de amor en medio de la dictadura soviรฉtica.
Un comienzo alentador, ambientado en el Moscรบ de los secretos candentes de finales de los aรฑos cincuenta, sirve para arrancar los motores de esta movie, diseรฑada con demasiados frentes que atender y una relaciรณn romรกntica entre agentes inexpertos, que es -a la postre- el mejor elemento del guion.
Dos realidades paralelas, que juntan su discurso ante la apariciรณn de las heridas sin cerrar procedentes del pasado, confluyen en la trama del filme. Unas coordenadas temporales representadas en la รฉpoca del Telรณn de Acero y en las jornadas de la perestroika; y que exhiben el desequilibrio dramรกtico existente en el argumento de la cinta.
Mientras que la parte correspondiente a las actividades de los protagonistas en su juventud, cuando luchaban por no ser descubiertos por el KGB, mantiene el interรฉs por medio de las emociones desbocadas y los peligros evidentes; los momentos mรกs actuales del metraje no consiguen despegar. Un asunto en el que tiene mucho que ver la inclusiรณn de personajes tan artificiales como el de la opaca Lauren (Rebecca Ferguson) y el de la periodista multiusos denominada Martina (Antje Traue).
Ante la disyuntiva de apostar por alguna de las รฉpocas, Sarif carga las tintas en los hechos acaecidos en plena Guerra Frรญa, con el miedo en el cuerpo que albergan constantemente el treintaรฑero Alexander (Sam Reid) y la enigmรกtica Katya (Rebecca Ferguson, en su rol mรกs agradecido dentro del largo). Y deja un tanto en el aire el atisbo de relaciรณn lรฉsbica entre Lauren y Martina (Antje Traue); asรญ como el enfrentamiento entre los ya ancianos y crepusculares Alex (Charles Dance) y Misha (Anthony Head).
Quizรก, por no haber concitado la necesaria profundidad de campo, la responsable de I Canโt Think Straight olvida aspectos fundamentales de la acciรณn (tales como dar nociones sobre la relevancia de los croquis que fotografรญan Katya y Misha). Dรฉficit argumental que la tambiรฉn novelista cree salvar con la incorporaciรณn de estereotipos muy manidos, respecto a las actividades de espionaje en la antigua Uniรณn Soviรฉtica.
Sin embargo, Sarif tiene la suerte de contar con la capacidad de Ferguson para favorecer la empatรญa del espectador con tenues tics y movimientos, siempre envuelta en los ropajes vaporosos de una mujer como Katya: llena de silencios y tristeza medioambiental. Ella es el valor mรกs en alza de Cuando cae la nieve, y su caracterizaciรณn como fรฉmina enamorada del miembro del Ministerio de Asuntos Exteriores al que roba los documentos (Sam Reid compone un trabajo verosรญmil y creรญble en este papel) recuerda vagamente a los pasos sinuosos de Ingrid Bergman en Arco de triunfo.
Pese a contar con una pareja de pegada mรกs que considerable, la cineasta malgasta el cartucho de su elenco ante la incompleta y esquelรฉtica dramatizaciรณn de los secundarios, error ejemplificado en la manera de abordar la construcciรณn del tercer componente del triรกngulo pasional: el oscuro e inconexo Misha (interpretado en su juventud por Oliver Jackson-Cohen, y por Anthony Head en su ancianidad).
Jesรบs Martรญn
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