Notable drama femenino dirigido por la debutante Paula Ortiz. De tu ventana a la mía es capaz de arremolinar una sucesión de bellísimas imágenes para contar tres historias separadas en el tiempo pero unidas en los sentimientos. Un relato preciosista lleno de ecos del pasado, que abunda en temas muy interesantes aunque deje un par de flecos no suficientemente pulidos, sobre todo en el guión. La película, sin duda, sabe contar, sabe narrar, sabe emocionar con sus imágenes y con su historia y evita con mucha inteligencia caer en ciertos patrones comunes, a veces, de los directores debutantes, como puede ser el ansia de contarlo todo sobre todo, o los titubeos narrativos.
Lo que más destaca en principio de la película es la belleza plástica de la misma. Estas tres historias separadas por los años podrían estar sucediendo hoy día, emocionalmente hablando. Tres mujeres que se enfrentan al abandono, a la pérdida del amor y a una terrible tragedia, cada una a su manera, pero con la claridad de que su fuerza las hará seguir adelante. Unidas en su condición de mujeres. La película une las tres historias a través de detalles, de miradas de una venta a otra, de ovillos de lana rodando por el suelo. Estéticamente bellísimo, como esos paisajes desérticos, yermos, donde habita Maribel Verdú junto a su marido. El gusto por el detalle, por los objetos, como un columpio, una máquina de coser… es algo que casi parece desaparecido en el cine de hoy día.
Lo segundo es el trío de portentosas actrices protagonistas. Maribel Verdú, nominada al Goya, Leticia Dolera y Luisa Gavasa dan vida a tres mujeres que podrían ser nuestras madres, hermanas o abuelas, nuestras novias o amigas. Sinceramente no se me ocurre mejor manera de hablar de su interpretación que decir que no interpretan, viven sus papeles. Se nota que aman a esas mujeres y que se han dejado la piel dándoles vida. La escena del corte de pelo a tres bandas, turbadora y durísima supone también una liberación, una unión para las tres. Las tres actrices están soberbias. Bien acompañadas por nombres como los de Fran Perea, Roberto Álamo, Cristina Rota o Álex Angulo.
El mayor pero de la cinta es que a veces se le va de las manos. Las tres historias no tienen el mismo peso ni dejan el mismo poso. La historia de Luisa Gavasa se impone sobre las otras dos en la memoria del espectador por su sencillez y por ser la menos pretenciosa de todas ellas. A veces el ritmo se pierde, se diluye entre la belleza de las imágenes, ralentizando la película, haciendo difícil el avance entre las diferentes tramas. Deteniéndose en el tiempo.
Parece mentira también, que con el limitado presupuesto que tenían hayan realizado una película con una producción tan cuidada. Esta carta de amor a las mujeres de nuestra tierra se aleja de pretensiones panfletarias y nos deja la sensación de haber visto una mirada distinta a un mundo que nos es tan cercano y tan lejano a la vez. Y es el inicio de una prometedora carrera, la de Paula Ortiz.
Jesús Usero.
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