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Desastre a reinvidicar: Thunderbirds (2004)

Desastre a reinvidicar: Thunderbirds (2004)

Todavía recuerdo aquel anuncio a página completa en donde la United International Pictures (UIP) nos deseaba un feliz 2004 y aprovechaba la ocasión para presentar sus armas de combate con las que asaltar y apasionar a las audiencias en aquel año venidero. Uno de sus supuestos baluartes era un título que rezaba Thunderbirds, que a mí con mis 14 añitos me sonaba más bien a chino mandarino. Pero algo tuvo aquel cartel, puede que sus grafías futuristas coloreadas con un tono rosa chillón o su grandilocuente tagline “La mayor organización de rescate del mundo tiene un gran problema”. Fuera lo que fuere, yo ya estaba sobre aviso y me las apañé como bien pude para ver qué ocurría con aquel título que yo postulaba como el contraataque british a los Spy Kids yanquis. Y ciertamente no me equivocaba, ya de aquella era bastante zorro para estos páramos…

Así, llegó aquel agosto del 2004 y pude comprobar decepcionado cómo Thunderbirds realizaba un despegue muy poco lustroso en las taquillas. Y digo lustroso por no decir que se estrelló muy sangrantemente, tanto que ni logró alcanzar el top 10 en el box office americano, amén de un promedio raquítico y una recaudación final que no llegó ni a los seis millones de dólares. Ni tan siquiera Reino Unido, su lugar de origen, mostró demasiado apego por el producto, y lo alzó a un mediocre tercer puesto, para acto seguido desaparecer de forma fulminante. Y eso que Thunderbirds nació allá por los sesenta como un serial bastante graciosillo de marionetas (parodiado en la estimable Team America de los creadores de South Park) que permanece de forma notable en el imaginario británico. El veredicto fue que, con el nuevo milenio recién comenzado, a nadie parecía interesarle las aventuras y desventuras de una familia mono parental reconvertida en adalides del bienestar social y su protección por vía astronáutica. La pregunta es: ¿Qué falló en Thunderbirds? Demasiadas cosas…

En primer lugar, todos los personajes resultan esquemáticos y estúpidamente lineales. Podría concluir esta sentencia nombrando únicamente a Bill Paxton, sin dar explicación alguna. Y es que pese a quien le pese, Paxton nunca ha destacado por sus dotes artísticas y menos por las expresivas, es el claro ejemplo de lo insustancial e inane, y colárnoslo aquí de bravucón padre de familia coloca ya a Thunderbirds en una posición cuanto menos complicada. Pero no debemos limitarnos a cargar contra él, el fallo en el cast es generalizado y quizás el peor trabajo en el film lo realiza un Ben Kingsley en sus épocas más bajas y decadentes(hasta que llegó BlooDrayne).

Su personaje de malvado de chascarrillos es simplemente insultante y vergonzante. Por otro lado, los niños se erigen como el elenco infantil-juvenil más insoportable desde la adaptación cinematográfica de la Tribu de los Brady (Vanessa Hudgens debuta aquí dejando claro que llegaba para aburrirnos) y el resto de mayores simplemente está allí para pasar el rato. La única salvable es Sophia Myles, que con su papel de Lady Penelope la verdad es que endulza la función sobremanera. Pero la pobrecilla pagó bien caro embarcarse en este proyecto…su moneda de cambio fue el ostracismo profesional posterior.

Por otro lado, es evidente la nula capacidad de traslación del producto base a una nueva versión. Parece mentira que Jonathan Frakes (director de algunas de las más notorias entregas cinematográficas de la saga de Star Trek) fuera capaz de perpetrar semejante tumulto de errores. Y es que Frakes acomete su propio harakiri en el momento en el que decide no actualizar el tono de la historia y simplemente cambia las marionetas por actores de carne y hueso que al final resultan tener más de marionetas que los títeres originales.

El caso es que ya no estamos en los sesenta, los niños de hoy en día son mucho más espabilados que los de aquella y ni tan siquiera en el 2004 había un interés demasiado declarado por reivindicar lo retro y vintage que podía ejemplificarse en el serial original. Si a semejante percal se le suma un empeño casi enfermizo por la corrección al estilo apolillado de Sonrisas y Lágrimas, predilección por lo soso y almibarado y ninguna licencia para algún cambio de ritmo, situaciones o sensaciones emocionantes, puntos de interés etc. la cosa nos queda un poco raquítica en lo que estándares de calidad se refiere. Cierto es que Spy Kids está lejos de ser una saga ejemplar, pero no comete ni de lejos tantos disparates y desaciertos como Thunderbirds. Hasta Stallone en la tercera parte es un villano más digno que Kingsley, que ya es mucho decir…

Ni la rutinaria pero pegadiza banda sonora de Zimmer (y van…) ni el enérgico y contundente tema principal de los malogrados Busted, ni tan siquiera unos efectos especiales a reivindicar consiguen aderezar un poco el entuerto. Sin embargo, no les negaré jamás que, a pesar de todo, algo tiene Thunderbirds que acaba haciéndonos soltar alguna sonrisilla cómplice. Existe una memorable escena en la que Lady Penelope se deleita en un baño de burbujas y su mayordomo le indica la agenda del día mientras le sirve el consabido y característico té inglés de media tarde y le recita “Hoy tiene una competición de tiro al plato y también hay una erupción volcánica en Yakarta” y la sexy Penélope declara “Lo segundo es más importante”. Y es que estos ingleses no sé cómo se las apañan, pero siempre acaban resultando encantadores, a pesar de su humor…

Lorenzo Chedas

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