Diario de Cannes días 5 y 6. El día a día de todo lo que Acción ve en la Croisette
DÍA 5. 18 de Mayo
The Damned de Roberto Minervini
Tras decidir (mal) emplear horas de sueño ayer por la noche en la insoportable película de Nicolas Cage, las recuperé en una mañana focalizada en recuperar fuerzas para sobrevivir en el resto del festival. No empecé la jornada de visualización (el trabajo es otra cosa) hasta las 2 de la tarde en el Cineum, donde pude recuperar una película que había causado sensación y amenazaba con escapárseme. En el magnífico psudeo-western nevado de Minervini, que abre con un plano fijo de unos lobos devorando un ciervo, sobre un grupo de soldados yankees durante la guerra civil americana se conjugan películas como La delgada línea roja o El renacido para invitarnos a pasear por un valle de la muerte plagado de almas en pena. La cinta se concentra en seguir los rostros de unos muertos vivientes que cargan y prueban sus armas, cuidan de sus caballos, montan guardias infinitas y reflexionan sobre el pasado, ante la ausencia del futuro, mientras esperan la amenaza de un enemigo invisible. Una obra atmosférica para perder entre su calma mortuoria.
Emilia Perez de Jacques Audiard
Y saltó al sorpresa!. El director francés ganador de una palma de oro por Dheepan buscará renovar galardón con una inesperada maravilla almodovariana que bien podría llamarse Todo sobre mi narco. Audiard nos cuenta en clave musical kitsch la historia del sanguinario jefe del cartel Manitas del Monte (toma nombre), interpretado magníficamente por la actriz española Karla Sofía Gascón, quién obligará a una abogada con el rostro de Zoe Saldana, la figura central del cuento, a encontrarle la forma de cumplir su sueño de convertirse en mujer. Lo que en principio parece un acto de locura, pronto se revelará como la clave para dibujar un mundo mejor, ese que necesita un empujón en la dirección adecuada para cambiar las cosas, aunque eso le distancie de su amor (Selena Gomez). Su explosiva combinación de violencia y romanticismo entorno a liberación y el poder de la mujer vehiculan un ejercicio imposible de barroquismo cantado que funciona incomprensiblemente bien. Una nueva romeo + Julieta con el nervio del responsable de Un profeta sobre el que me extenderé mas en su crítica propia.
Cést pas moi de Leos Carax
Como quien peregrina a un lugar santo me acerqué a ver lo nuevo del genio francés de la performance cinematográfica Leos Carax, que, a pesar de durar solamente 30 minutos, es un ejemplo perfecto de las virtudes de su autor. Su corto no trata nada más en concreto que todas las cosas actuales que le tocan las narices: el acoso a los artistas, el conflicto en Palestina, el Me Too y la absoluta falta de culto a la imagen y la música. Su estructura se limita a la cascada divagativa de planos de todo tipo donde se mezclan imágenes reales, de cine de todas las épocas y, esencialmente, del suyo, pues considera que todo lo que tiene que decir ya lo ha dicho. También repesca a Denis Lavant como el monstruo de Holy Motors para seguir ejemplificando que para los demás puede ser un ser deforme, pero siempre será absolutamente libre y su baile de máscaras, eterno. Además saca a Annette marcandose un Mala Sangre a ritmo del Modern Love de David Bowie. ¿Que más queremos?
Rumors de Guy Maddin, Evan Johnson y Galen Johnson
En realidad, después de esto, aún tenía otra película por ver, pero decidí desprenderme del ticket para que otro afortunado pudiese aprovecharlo y poder recuperar fuerzas en el apartamento. De modo que cerré la jornada antes de lo previsto con esta hilarante comedia trasnochada sobre los mas patanes líderes mundiales sufriendo las deseadas consecuencias de ser tan imbéciles. Cinta que confía todo el peso a un reparto cargado de estrellas: Cate Blanchett, Denis Menochet, Charles Dance o Alicia Vikander son solo algunos de los nombres que han venido a hacer el ganso en el fin del mundo para unos charlatanes inútiles cuyo único valor sería el de ser sacrificados por zombis onanistas (como lo oís). Cine a carcajada limpia tan incisiva como despreocupada que entraría aún mejor frente a la costa de un festival mucho mas gamberro como es el de Sitges.
DÍA 6. 19 de Mayo
Caught by the tides de Jia Zhangke
Parece que de “renovar” el cine va la cosa últimamente. A todo aquel al que le resulte familiar la obra del director chino responsable de Mas allá de las montañas o El ceniza es el blanco mas puro no les pillará del todo a contrario el hecho de que su nueva película casi no parezca una película en sí misma. Sus casi dos horas conforman un gran cuadro sobre el estado actual de su país, su cultura y el impacto de la pandemia. Lo hace de forma silente, casi muda si no fuese por las frases fundidas en la pantalla y algún diálogo disperso, de modo que nada empañe el poder de unas bellísimas imágenes que deben ocupar el lugar que merecen. En su centro solo quedan retazos de lo que en algún momento puede que fuese una idea, ahora desnuda hasta el esqueleto, de la huida infinita de una mujer (Zhao tan, como no) para alejarse de otro amor tóxico y frágil. Me costó entrar, pero al final pude conectar con la divagación, la reflexión y dejarme extasiar por su poder contemplativo.
Limonov: The Ballad de Kirill Serebrennikov
Si la película anterior me atrajo con su calma hacia las mareas de la situación actual en China, la siguiente revolucionó con rock and roll la crítica hacia la Rusia de Putin con un retrato del artista ruso mas revolucionario, contradictorio, despreciable y fascinante de los últimos tiempos. Ben Whisaw es pura dinamita interpretando al primero escritor exiliado y luego político stalinista Edward Limonov (nombre tomado de la granada de mano Limochenka) durante su romance y vagabundeo en Nueva York, su triunfo como artista underground parisino y finalmente como antagonista al presunto liberalismo ruso de los 2000.
La cinta se baña en el gamberrismo escatológico y alguna que otra pequeña ruptura de estilo que intenten hacer justicia al caos de una personalidad hiperviolenta y destructiva sin que consiga pasar de la convencionalidad del biopic (increíble, pues está co-escrito con Pawel Pawlikoswski) pero con la suficiente energía como para prender algunas llamas. Se echa de menos que el director de La fiebre de Petrov realizase algo tan a contracorriente como su figura central, pero el resultado final alcanzará muchas mas retinas que provocar. Ojalá haya premio para un Whisaw entregadísimo a la causa.
En fanfare (The marching band) de Emmanuel Courcol
Tocó el turno de Cannes Premiere, la sección fuera de competición donde se proyectan en primicia próximos estrenos de la industria francesa sin ánimo de entrar en competición. Fue el caso de esta dramedia musical con espíritu naif y muchas miras en la taquilla gala de los próximos meses (que no extrañe a nadie verla acompañada de un: Número 1 en Francia) en la que un director de orquesta descubre que es adoptado y tiene un hermano perdido al ser diagnosticado de leucemia y requerir a un donante compatible. Rapidamente se soluciona el drama para entrar en la materia que le interesa, es decir, el como este lazo familiar inesperado también se ve compartido en el ámbito musical al ver que su reciente donante toca el trombón en una banda amateur de su pueblo minero. Por el camino se cruzarán pueblerinos variopintos y la típica salvación laboral con buenas intenciones y mucha, mucha esquematización (ahora les va bien, ahora mal, ahora bien), aunque deja un par de momentos emotivos cuando se aleja de humor y recuerda que habla de personas y sentimientos. Su principal problema es que busca ser una actualización de Tocando el viento, pero en la Francia actual no se ve ni la finura de la baba británica ni, por supuesto, la sociedad gris del gobierno de Thatcher. A otra cosa.
The substance de Coralie Fargeat
Madre de Dios bendito. Nunca había visto ni leído que en la sección oficial de Cannes se presentase una película como la que ha traído la directora de Revenge (2017). Para hablarnos sobre la cosificación de la mujer en un mundo tan superficial como el de Hollywood, donde a la primera arruga tu estrella se quiebra como esa baldosa del paseo de la fama con la que abre la cinta, Demi Moore y Margaret Qualley se marcan un duelo de body horror pop que haría las delicias de Stuart Gordon o el Cronenberg de La Mosca. La aparición de un suero rejuvenecedor a partir de la bipartición del cuerpo será la clave para que Elizabeth (Moore) tenga una segunda oportunidad en la fama a través de su ¿apéndice? Con el bello rostro de Qualley. Evidentemente, las cosas empezarán a torcerse cuando las obsesión pase por encima de las estrictas reglas a seguir. El resultado es el festival de sangre, fluidos y efectos prácticos nauseabundos más descacharrarte que se recuerda. Un arriesgadísimo ejemplo de valentía por parte de sus interpretes (incluido un pasadísimo de rosca Dennis Quaid en plan Harvey Wenstein, cuya boca es enfocada en multitud de ocasiones como si fuese un ano) digno de todos los aplausos, especialmente cuando llegue al festival adecuado. Si no ha batido el record de sangre de Braindead, poco le ha faltado.
Miguel Ángel Espelosín
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