Crítica Emilia Pérez película dirigida por Jacques Audiard con Karla Sofía Gascón, Selena Gomez, Zoe Saldana, Edgar Ramirez
El musical queer almodovariano de Jacques Audiard sobre un cartel mexicano que se cambia de sexo es justo la revitalización kitsch que necesitaba el Festival de Cannes.
Cuando uno se desplaza hasta el Festival de Cannes y entrega sus horas de sueño e ingesta al cine, lo que espera es que llegue una, solo pido una, película que te rompa todos los esquemas de la expectativa y te acongoje al verla desfilar por el fino hilo del funambulista.
Para eso ha llegado el bueno de Jacques Audiard, tirando el palo de volatineros a la basura, para volver a reinventarse tras cintas increíbles como Los Hermanos Sisters (2018)o De óxido y hueso (2012) y aventurarse sobre el abismo del mas absoluto ridículo con un musical camp, que parece salido de la mente de Pedro Almodovar, sobre un narcotraficamente mexicano que decide cambiarse de sexo para cumplir su sueño infantil (¿pero que le queda por hacer a este hombre?). El resultado final no podría ser mas impresionante, tanto por el malabarismo de afilados cuchillos del francés como por una capacidad de denuncia soterrada que es puro genio.
En Emilia Pérez, Zoe Saldana interpreta, en el mejor papel de su carrera, a una abogada desquiciada por verse obligada a defender el machismo imperante que tanto le asquea. Una noche es secuestrada y llevada ante Manitas del Monte (decidme si no es ese el nombre que le pondría el manchego a su camello), el jefe del cartel mas peligroso del lugar. ¿El motivo? Pagarla para que le encuentre el mejor cirujano del mundo y transicionar hacia lo que siempre quiso ser desde niño: una mujer alejada de ese mundo sanguinario. Esta decisión no solo cambiará el físico de la ahora Emilia, sino que volteará su visión de las desgracias provocadas y la relación su mujer, interpretada por una Selena Gomez desatada (¡llega a decir que le pica la pinche vulva por amor!).
Si la trama ya de por sí causa estupor, ver el modo en que estos elementos danzan en pantalla y se fusionan creando una opereta tan absurda como romántica es imposible de describir con palabras. Uno debe (sí, debe) acercarse a esta nueva ruptura del autor de Un profeta (2009) dispuesto a dejarse a deslumbrar por la preciosa fealdad y a reírse por todo lo alto con temas dolorosos que no tienen ninguna gracia (que momento el del cuchillo-pistola). Parece difícil, lo se, pero os seguro que la magia de Audiard hace que sea posible. Resulta igual de desprejuicidamente kitsch que Romeo + Julieta (1996), sin tematizar las armas o recitar a Shakespeare, y no necesita subrayar su discurso con alegatos pulpitistas. Son los fantásticos números musicales (atención al que se marca Saldana entre unas mesas o en el que un hijo le habla a su padre de su olor a cocaína) y sus ramalazos hilarantes los mejores vehículos para reflexionar sobre el infierno de las mujeres y los pequeños actos de bondad inmaculados que puede cambiarlo todo. En su melodramático centro se yergue imposten e importante la figura femenina como madre (y padre), como hermana, como hija, como amiga o como amante de la misma forma que solo se lo he visto a hacer al maestro de Volver (2006) (o a Fassbinder), con quién comparte tal deriva estética y tonal que bien podrían haberla llamado Todo sobre mi Narco. En ese punto de brillantez estamos.
Pero también hay que hablar de Karla Sofía Gascón, la actriz madrileña que pone rostro (maquillado) a la versión masculina y femenina de esa Emilia que no solo va a transformar su sexo, sino también su moral, pasando de temido verdugo a aclamada salvadora del pueblo y evidenciando que los caminos de su vida solo le dejaron la salida de la violencia debido a su genital de nacimiento. Cosa que yo jamás habría comprado, pero que tras ver como esta película se entrega con tanta luz en el corazón a la esperanza femenina, aplaudo totalmente y reivindico hasta la saciedad. Para Audiard, el mundo iría mejor con menos hombres y mas mujeres, o, al menos, con mas libertad y menos secretos, y yo, eso último, no lo puedo discutir.
Emilia Pérez demuestra que existen los alegatos y los alegatos. Que subirse a un púlpito es lo mas anticinematográfico que existe y que para hablar de ciertos temas lo mejor es enfangarse en ellos, cueste lo que cueste, aunque el resultado no sea redondo (porque no lo es) y haya quienes se vayan a quedar fuera (que va a ocurrir). Pero nadie dijo que ver a un artista y su equipo caminar por una cuerda floja con secuencias tan imposibles como crear un danza con rifles antes de un asalto, y que amenazan con romperse y precipitarse al vacío, sea soportable por todos los estómagos. Lo que sí debería ser plato de buen gusto es que se alzase con la Palma de Oro del festival, pues mostraría que todavía hay esperanza para este cine, el de ahora, el que se mancha las manos, el que sigue a nuestro lado por muy raros que seamos y no busca inventarse un futuro desproporcionado y absurdo. Sería digno de rezarle un rosario a la estampita de Santa Emilia.
Miguel Ángel Espelosín
¿Cuándo se estrena Emilia Perez en cines?
Emilia Perez se estrena el 28 de agosto de 2024 en Francia
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