Crítica de El acontecimiento
Crítica de la película El acontecimiento
Impactante película de Audrey Diwan, sobre los problemas de una joven para abortar en la Francia de los sesenta. La eléctrica y sincera interpretación de Anamaria Vartolomei contribuye a fortalecer el mensaje del film.
La mirada profunda y angustiada de Anamaria Vartolomei es el increíble imán en el que se fija el objetivo de la cámara de Audrey Diwan, de manera obsesiva y constante. Un recurso que consigue transmitir la carga humana y asfixiante de una película que no deja indiferente a ningún espectador, y en la que existe una sensación de pesadilla inmutable y agresiva.
La novela homónima de la escritora Annie Ernaux sirve de guía a Diwan, para mostrar la realidad de una joven estudiante de Letras en la universidad francesa de Angulema, a principios de los años sesenta (un lustro antes del icónico mayo del 68). Anne (Anamaria Vartolomei) es una muchacha callada y perfeccionista, que anhela terminar su licenciatura con brillantez, y evitar el destino de ama de casa y madre que planea sobre las chicas de su edad. Sin embargo, durante un desliz, la citada estudiante queda embarazada. Desde el instante en que recibe la confirmación a sus miedos, Anne decide abortar. No obstante, los problemas para interrumpir un embarazado, en un país donde el aborto está condenado con penas de prisión, son bastante notorios. Sin casi dinero ni apoyos médicos, la protagonista prueba distintos métodos, hasta ponerse en contacto con una clínica clandestina, con el peligro de muerte que una intervención semejante puede ocasionar.
Con un pulso artístico encomiable y una evolución argumental analítica y exhaustiva, Audrey Diwan narra la trama con una economicidad admirable de elementos escenográficos. Una desnudez formal que ayuda a concebir El acontecimiento como una obra precisa e incómoda, en la que se ponen de manifiesto las dificultades que experimentaban las mujeres en los sesenta, para determinar si querían ser madres o no.
Semejante minimalismo voluntario y sorprendente es en parte posible por la capacidad expresiva y gestual de Anamaria Vartolomei, quien aporta veracidad y elocuencia silente a la atemorizada Anne. El trabajo de Vartolomei es de una enorme trascendencia humana y sensible, sensaciones con las que ilustra la caída a los infiernos de una veinteañera que no desea hipotecar su futuro con un hijo al que no iba a querer mantener. Actuación que la intérprete rumana realiza con una soltura eficaz y altamente creíble, a través de silencios abismales y revoluciones contumaces, contra la injusticia de una naturaleza que no responde a sus deseos como persona.
Carente de paños calientes o momentos de cierto regocijo y escapismo existencial, El acontecimiento acorrala la conciencia del espectador con su discurso directo y sin dobleces, en el que se pone en primer plano el sufrimiento de las mujeres que se veían abocadas a arriesgar sus vidas, solo por intentar hacer prevalecer su libre elección respecto a la procreación.
Dentro de la citada montaña rusa de padecimientos a la que Anne se ve sometida, el resto de los personajes parecen como fantasmas de trazo gélido e insolidario; los cuales enfatizan el escenario sombrío en el que la protagonista tiene que solventar sus asuntos. Bajo ese esquema argumental, lo únicamente importante es la tristeza y ansiedad que queman las semanas de gestación, como si fueran las manecillas de un reloj espectral: invisible y latente.
Audrey Diwan filma un testimonio desgarrador e inolvidable, un largometraje que atrapa la mente sensible de los espectadores de principio a fin.
Jesús Martín
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