Pelรญcula interesante con un Tobey Maguire convincente pero superado por Liev Schreiber.
En primer lugar, entiendo que el esforzado y notable trabajo de Tobey Maguire en el papel del ajedrecista Fischer haya llamado la atenciรณn de la crรญtica y se haya llevado de calle todas las flores de los comentarios sobre este largometraje. Y me apresuro a decir ya que efectivamente es de lo mejor que le he visto hacer a este actor, mucho mรกs notable de lo que su interpretaciรณn del personaje de Spiderman le ha permitido demostrar. De hecho, quiero aprovechar para comentar que creo que hay actualmente en el cine tres actores que han degustado la miel y la hiel de alcanzar una popularidad un punto tremendista por los personajes que han acabado definiรฉndoles y atรกndoles a una etiqueta determinada de cara al pรบblico y cuyo talento creo que va mรกs allรก de esos registros concretos que no obstante los van a acompaรฑar durante el resto de su vida. Estos tres mosqueteros serรญan Elijah Wood, que serรก para siempre ya el Frodo de El seรฑor de los anillos, Daniel Radcliffe, que serรก siempre Harry Potter, y en el caso de Maguire serรญa sin duda Spiderman, por lo cual recomiendo ver sus trabajos anteriores al encuentro con el superhรฉroe de la Marvel en pelรญculas como La tormenta de hielo, Pleasantville o Las normas de la casa de la sidra. En estos actores se detecta un encasillamiento de corte reduccionista que oficia como lastre, al contrario de lo que ocurriera por ejemplo con Sean Connery o Harrison Ford, que utilizaron sus papeles como 007 y Han Solo como plataformas profesionales para saltar al estrellato. Incluso el incuestionable talento de Robert Downey Jr. corre cierto riesgo de quedar injustamente anclado al Tony Stark marvelita como demuestra lo mucho que su registro en tal personaje acaba afectando a otros de sus trabajos, como el Sherlock Holmes que interpretรณ en las dos pelรญculas de Guy Ritchie.
De manera que, aclaro: aplauso para Tobey Maguire en su trabajo muy competente y nada fรกcil como Fischer en este largometraje.
Pero junto a eso, un apunte: no pierdan de vista cรณmo alguien mรกs dentro de la pelรญcula supera incluso ese trabajo de Maguire como Fischer, porque para quien esto escribe lo mรกs destacado y notable de El caso Fischer estรก en la interpretaciรณn del ajedrecista ruso Boris Spassky que hace Lieb Schreiber. Muy grande lo suyo. En una interpretaciรณn minimalista, con muy poco diรกlogo y trabajando sobre todo desde el gesto, las miradas, los silencios, los movimientosโฆ Schreiber establece su dominio absoluto del territorio en cada momento que se pone delante de la cรกmara. Schreiber acaba metiรฉndola una nueva velocidad a la pelรญcula en su segunda parte, ganรกndose un creciente protagonismo en la misma y subiendo todo el conjunto de nivel. Otorga orden y concierto lo que de otro modo serรญa simplemente un ir y venir aparentemente deslavazado y caรณtico siguiendo la pista al imprevisible personaje de Fischer, un ir y venir subiendo y bajando de aviones y coches, entrando y saliendo de aeropuertos, hoteles y salas de convenciones, en el que parece no haber ninguna pauta lรณgica, lo cual resulta doblemente enervante para una pelรญcula que tiene el ajedrez como epicentro de su argumento.
Hay mรกs cosas interesantes en este largometraje de las que pueden advertirse a primera vista. Y no sรณlo para los que aman esa enigmรกtica maravilla reina de todos los suspenses que es el ajedrez. Por ejemplo tras el notable trabajo de Maguire encontramos el sobresaliente trabajo de Schreiber y unas pinceladas de reparto mucho mรกs que sobresalientes de un actor que estรก destacando desde hace tiempo en papeles secundarios y nunca defrauda, Michael Stuhlbarg, que junto con el eficaz Peter Sarsgaard ejercen como una especie de guardaespaldas de orden y organizaciรณn que garantizan, tanto en la ficciรณn como en la realidad de la propia pelรญcula, una coherencia imprescindible a la caรณtica y laberรญntica existencia del personaje de Fischer en la ficciรณn y de su correlato en la interpretaciรณn de Maguire.
Por otra parte es imprescindible para juzgar con justicia la pelรญcula convenir en que el ajedrez es un tema claramente anticinematogrรกfico, con el que no obstante Edward Zwick consigue uno de sus mejores y mรกs arriesgados trabajos como director, demostrando que lo mejor que hay en su filmografรญa representado esencialmente en dos largometrajes, Tiempos de gloria y Diamante de sangre, no es casualidad. Otra cosa es que el pรบblico masivo de nuestros dรญas, adicto a la simplificaciรณn y lo previsible, al pan y circo visual, pueda encontrar indigesto el inteligente trabajo de juego contra los tรณpicos del biopic que practica Zwick en esta pelรญcula respaldado por un buen aporte del montaje.
Porque, verรกn ustedes: ese caos de la pelรญcula en su ir y venir de la primera parte de la trama no es casual ni accidental, no es por tanto un error, sino una pincelada del ritmo frenรฉtico que define la patologรญa del propio personaje protagonista y nos conduce como espectadores en paralelo a la misma, hasta llevarnos a esa segunda parte mรกs sรณlida del duelo Fischer-Spassky, en la que cobra mayor protagonismo y presencia el personaje de Schreiber en completa coherencia con el ritmo mรกs pausado que Zwick imprime a ese tramo final y culminante de su relato.
No era nada fรกcil lidiar con todos los elementos que integran esta pelรญcula, y lo mรกs destacable es que Zwick acierta a bregar con ellos con valentรญa, corriendo riesgos que quizรก pueda apartarle del aplauso del pรบblico mayoritario adicto a lo obvio, a la repeticiรณn y a lo previsible, rescatando una manera de contar que recuerda ese otro ritmo del cine antes de la era del blockbuster, cuando las pelรญculas mostraban su respecto por el espectador convirtiรฉndole en colaborador y partรญcipe del relato y requiriendo su atenciรณn con los cinco sentidos. En unos tiempos como los nuestros, en los que incluso en los pases de prensa veo constantemente telรฉfonos mรณviles encendidos en la sala cuando ni siquiera han pasado cinco minutos de proyecciรณn, ademรกs de constantes entradas y salidas de la proyecciรณn para ir al retrete o apartarse de cualquier otro modo del pleno y continuado visionado del largometraje, no me extraรฑa nada que estรก pelรญcula estรฉ siendo juzgada por debajo de sus verdaderos logros.
Miguel Juan Payรกn
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