Crítica de la película El Fotógrafo de Mauthausen de Mario Casas
Un pedazo de la historia que no debe ser olvidado, brillantemente reflejado en la pantalla. El Fotógrafo de Mauthausen revisa la vida de los españoles encerrados en el campo de concentración durante la Segunda Guerra Mundial, sometidos a trabajos forzados, ocultos al mundo exterior que vivía ajeno a su sufrimiento (y del resto de habitantes del campo) y asesinados continuamente por los nazis. Una historia similar a la que vivieron los judíos durante la guerra, pero que en esta ocasión nos toca un poquito más cerca. Combatientes, exiliados, capturados… la terrorífica historia de este campo de concentración y trabajos forzados fue expuesta por un fotógrafo, Francesc Boix, personaje interpretado por Mario Casas en la nueva película de Mar Targarona.
Francesc Boix, un preso en Mauthausen, que trabaja allí con uno de los jefes del campamento en su laboratorio, elabora un plan para hacer fotos del sufrimiento que se vive en el campo de concentración entre los presos, y sacarlas de allí para que puedan ser conocidas por el mundo. “Si la gente supiese lo que está pasando aquí, no lo permitiría”, dice más o menos el personaje en un momento dado… Esa trama añade el punto de intriga a un drama humano desolador con puntos en común con otras películas que tocaban una temática similar, con un considerable esfuerzo de producción y con un reparto que cumple a las mil maravillas, empezando por su protagonista, Mario Casas, perfecto en la piel de Boix y liderando la película.
Parece ya casi una broma tener que defender a un actor que ha interpretado papeles magníficos en Grupo 7, Ismael, La Mula, Toro, El bar o Las brujas de Zugarramurdi. Aquí puede ser que se enfrente a su personaje más dramático, en un paraje desolador, lleno de frío, nieve y desesperanza, pero acompañado del talento de nombres como Macarena Gómez (no sabemos la suerte que tenemos de que aparezca en nuestro cine) o Alain Hernández. Y el talento de su directora, a la que conocemos más por su trabajo como productora, pero que aquí nos ofrece un relato escalofriante, desde los momentos íntimos (ojo al tema celdas) a las pequeñas historias de gente que se une para sobrevivir… O las puyas entre la gente de distintas regiones españolas…
La película sabe mantener el ritmo y el interés del espectador, haciendo que crezca poco a poco hasta su soberbio final. La relación entre Boix y el alemán obsesionado con la fotografía es otro de los aciertos de la película, sobre todo por cómo degenera y por la naturalidad con que se toma todo un tipo que es más peligroso incluso que aquellos que son nazis convencidos… La película tiene momentos magistrales y nunca aburre, pero tiene un pequeño, ligerísimo problema. Pese a la cuidada producción, al reparto, a la dirección y al tema, nada de lo que cuenta nos sonará a nuevo. Es más, homenajea a películas como La Lista de Schindler y eso juega en su contra, porque nos recuerda continuamente a aquella y a otras como aquella. Y pese a ello es una magnífica película.
Jesús Usero
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