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miércoles, abril 24, 2024
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El hombre de las sombras ***

El hombre de las sombras ***

El hombre de las sombras tiene un buen juego de guión repleto de giros para despistar al público y cambiar de género.

La capacidad para despistarnos y cambiar nuestra perspectiva frente a la trama es el principal atractivo de El hombre de las sombras, una película que empieza con unas claves argumentales y estéticas más cercanas al terror, deriva luego hacia un territorio más propio de la intriga inquietante estilo El coleccionista de amantes, y finalmente se manifiesta como un suspense en el que ninguno de los personajes es lo que parece ser. Al cambiar los personajes, el director consigue que cambie nuestra perspectiva de lo que se nos cuenta alterando nuestras simpatías. Ese cambio de empatía por uno u otro personaje hace que llevados por la empatía que sentimos por las víctimas y los monstruos del relato nos conviertan en sus cómplices, instalando la duda en ese final abierto donde las líneas entre el bien y el mal se diluyen hasta situarnos en un conflicto ético a poco que nos descuidemos.

Este planteamiento permite a Pascal Laugier proponernos un juego que no habría sido más que otra película de suspense del montón por sus claves argumentales iniciales, pero mediante esa descarada manipulación del espectador que comienza la película persiguiendo al Hombre Alto que rapta niños y la acaba como si hubiera sido abducido por la trama y sus personajes, destacando entre los mismos esa madre coraje del niño raptado a la que da vida Jessica Biel con un trabajo de interpretación más interesante de los que suelen caerle encima habitualmente en el cine estadounidense.

Laugier incluso juega con nosotros exponiendo el arranque de su trama con un despliegue visual de paisajes naturales en clave muy propia del cine norteamericano de explotación que parecen ir a envolver una historia mucho más convencional y dibujada desde el exterior de la que posteriormente nos va desvelando, con un planteamiento argumental que me ha recordado más The Wicker Man o Las mujeres de Stepford (me refiero a las versiones de los setenta en ambos casos, aunque la version de The Wicker Man con Nicolas Cage no me parece mala).

El juego del suspense y los giros argumentales como el que da El hombre de las sombras en el momento en que la protagonista sigue la pista de la criatura raptada hasta la nave industrial, es cada vez más difícil considerando que como espectadores estamos curados de todo espanto y hemos perdido todo atisbo de virginidad e ingenuidad ante el cine o la televisión. Por eso se agradece que una película como El hombre de las sombras sea capaz de jugar con nosotros, de marearnos incluso, y no nos deje acomodarnos en una fábula previsible y por tanto mucho menos interesante. Igualmente difícil, o incluso más, es que en su tramo final se revele como algo con mucho más interés argumental del juego del ratón y el gato que nos propuso en principio. No puedo hablar nada de ese desenlace para no destripar nada, pero creo que Laugier plantea un asunto muy interesante en esta sociedad nuestra cada vez más nazificada por esa lacra de lo políticamente correcto y esas prohibiciones totalmente absurdas que están vulnerando nuestra libertad, incluso como padres. ¿Dónde está el límite de intervención bienpensante y buenrrollista en las vidas ajenas?

Que la película comience como una de intriga inquietante y próxima al terror y acabe avecinándose a las distopías de ciencia ficción y el Mundo Feliz de Aldous Huxley me parece un logro a tener en cuenta.

Miguel Juan Payán

El hombre de las sombras ***

Opiniones del público a cargo de nuestro redactor Víctor Blanco.

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