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miércoles, abril 24, 2024
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Escenas televisivas para no olvidar: El ala oeste

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Al hilo de lo que veníamos comentando estos días en los blogs de la web, donde hacíamos un breve repaso a algunas escenas de la historia del cine que nos han marcado, me encontré de repente dándole vueltas al asunto de cómo sería el tema en series de televisión, y me di cuenta de que las elecciones son más complejas y mucho más difíciles que las de cine, porque con tantas temporadas o episodios de una serie en concreto, ¿cómo elegir el mejor de ellos? No sólo de todas las series (tarea imposible) sino de una serie sólo, nos podríamos pasar horas repasando episodios y encontrando, en las mejores de ellas, escenas memorables.

Pero hoy toca elegir una. Y, por si nunca lo he dicho con suficiente frecuencia, he elegido la que para mí es la mejor serie de televisión jamás hecha, El Ala Oeste. Motivos para esta afirmación… cientos que no voy a enumerar porque no es el momento ni el lugar, pero vaya por delante que pocas series han llegado tan lejos moral, ética, humana y políticamente hablando que ésta. Y encima bajo el auspicio de una network, con los consabidos cortes por censura y demás. Elegir entre sus horas de televisión memorables es complicado, mucho. La calidad de los guiones, lo brillante de los actores… Es chungo. Así que, por ahora (todo puede ser que me arrepienta y regrese a por más con la misma serie), les llevo a revivir conmigo el episodio 14 de la primera temporada, Take this Sabbath Day, y sirva también así como homenaje a un grande como Karl Malden, compañía perfecta de Martin Sheen, el mejor presidente que se puede imaginar. No porque fuese perfecto, sino porque era humano.

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En esta escena, en el despacho oval, Sheen y Malden se enfrentan. Es una confrontación en toda regla. La tensión se palpa pese a las cálidas palabras y la amistad que une a ambos personajes, el primero el presidente Jed Bartlet, y el segundo su confesor habitual, el padre Cavanaugh. El episodio es una emotiva reflexión sobre la pena de muerte, valiente y con agallas. Un hombre condenado a muerte cuya sentencia puede ser conmutada por el presidente. Pero nadie hace nada… El episodio está cargado de momentos memorables, como la primera aparición del personaje de Joey Lucas (Marlee Matlin) en la serie, un personaje secundario muy importante a lo largo de los años.

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Tras un continuo tira y afloja llega la escena final. Entra el padre Cavanaugh ante un presidente con la conciencia intranquila. Y hablan de la pena de muerte y de cómo podía haber evitado Bartlet lo que ha sucedido. Y de la falta de fe. Con una sencillez aplastante y con un diálogo de Malden, parábola incluida, que sólo puede llamarse magistral. La frase final del mismo, cuando le dice que Dios le ha mandado un cuáquero, un cura y un rabino, ese “¿Qué más esperabas de él?” define muchas cosas y deja muchas otras en el aire. La música, la iluminación y el talento de Aaron Sorkin en el guión y dos monstruos como Sheen y Malden dan una de esas escenas memorables en las que la caja tonta se come a su hermano mayor. No me canso de verla. Algunos me dirán que el final de Dos Catedrales es mejor. No lo pongo en duda. Pero ya llegaremos otro día a ese memorable episodio…

Jesús Usero

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