Tom Tykwer firma una pelรญcula que provoca cierto desconcierto, desde los tรญtulos de crรฉdito iniciales hasta el final.
Una sensaciรณn extraรฑa se asocia a los fotogramas de esta producciรณn abonada con capital estadounidense, la cual cuenta con la presencia de una las estrellas mรกs consolidadas en la Meca del Cine: Tom Hanks. Con estos simples datos, los aficionados podrรญan pensar que se trata de una comedia resultona, de las de humor facilรณn y rรกpido consumo; pero lo generado por el creador centroeuropeo se halla radicalmente alejado de esa concepciรณn.
Lo que acoge el guion de Esperando al rey es una historia de existencialismo contemporรกneo, segรบn las pautas orquestadas por la homรณnima novela de Dave Eggers. Y con tales elementos juega el teutรณn Tom Twyker, un director bastante dado a levitar por encima de los asuntos mundanos y de comercialidad visible, sobre todo cuando tiene entre manos un material de profundas reflexiones, relativas a la naturaleza humana.
Ante tal panorama, de cuestionamiento de la identidad y de la vida transcurrida, es en el que se sitรบa el perdido Alan (Tom Hanks): el representante de una importante empresa de comunicaciones de USA, que aterriza en Arabia Saudรญ con el objetivo de convencer a un rey -al que conociรณ casualmente en una fiesta hace tiempo- de que contrate a su compaรฑรญa, para desarrollar en la zona un complejo software hologrรกfico.
A partir de esta base argumental, el filme asienta la absoluta credibilidad del relato en la interpretaciรณn de un Tom Hanks que, literalmente, monopoliza la pantalla con su presencia. El personaje protagonista es el รบnico que goza de una definiciรณn exacta y trabajada, mientras que el plantel de secundarios queda sin rasgos visibles, en medio de la maraรฑa temรกtica en la que Twyker acaba hundiรฉndose.
Un humor inexistente, centrado en la relaciรณn de amistad circunstancial entre el papel principal y su estrafalario conductor, parece ser el vehรญculo utilizado por el responsable de El perfume: historia de un asesino para agilizar el libreto. Aunque, debido a la nula capacidad para concitar la diversiรณn necesaria, รฉste queda pronto inmunizado por un ritmo narrativo lento y reiterativo.
La continuas idas y venidas de Alan al complejo industrial saudรญ, los agotadores obstรกculos tecnolรณgicos para llevar a buen puerto las sesiones de trabajo y las interminables noches del estadounidense en la habitaciรณn de su hotel conforman el grueso de un libreto bastante cansino; รบnicamente alterado por la apariciรณn de un amor aparentemente prohibido, entre el rol de Hanks y una doctora saudรญ.
De esta manera, la rocambolesca evoluciรณn del ejecutivo del paรญs de las barras y estrellas es lo que marca el curso activo de Esperando al rey, pero esa transformaciรณn carece del necesario atractivo, como para soportar sobre sus supuestas genialidades la mayor o menor pegada de la movie.
Dentro de esa espiral de exasperaciรณn por comprobar hacia dรณnde se dirige la pelรญcula, ni siquiera los golpes de efecto mรกs resaltables consiguen elevar el tono general de monotonรญa discursiva. Emociรณn de desafecto que Twyker consigue maquillar mediante escenas como la de la playa, o la del encuentro de Alan con los familiares y vecinos de su desastrado guรญa.
Miguel Juan Payรกn
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