Importante relato familiar y sobre un complejo hombre. Una historia de actores dirigida con mucho tino por Denzel Washington que, seguramente, va a llevarse algún que otro premio de la Academia el fin de semana próximo, posiblemente actor protagonista y actriz secundaria, si todo sale como se espera en las apuestas. Eso sí, viendo la película, sin duda Viola Davis es tan protagonista o más que Washington, pero es curioso cómo se mueven las cosas para que haya más posibilidades con los premios, y mientras que el papel de la actriz no es de secundaria en la película, el estudio vio que tenía más posibilidades de ganar si se presentaba como secundaria. Posiblemente el domingo esa maniobra les dé la razón. Porque la actriz no solo tiene todas las papeletas para ganar, sino que además lo merece mucho.
La historia, basada en una obra de teatro que también protagonizaron estos dos actores, cuenta la madurez de un hombre que fue un excelente jugador de baseball, pero que se encontró con el racismo de la época, lo que le impidió jugar en las ligas mayores. Ahora, basurero, luchador, comprometido, en su madurez, se enfrenta a diversos problemas que tienen que ver con su familia, con el cambio de los tiempos, con el racismo y con los propios demonios, muchos, del mismo, lo que le lleva a chocar con su esposa, sus hijos y sus amigos. Porque lo que se inicia casi con un tono ligero de gente con un optimismo pese a los problemas de la vida, se acaba volviendo un drama cada vez más oscuro y preocupante.
La gran virtud, o una de las muchas, de la película es su personaje central. Un tipo ambiguo, gris, cargado de remordimientos, de ira reprimida, de sensación de vacío que intenta llenar de diversas formas (el alcohol a veces, otras… mejor vean la película). Y lo grande es que ese tipo a veces mezquino, violento, terrible… no podemos odiarle por completo. Le entendemos. Entendemos su vida, sus circunstancias, sus problemas. No, no le queremos. No es admirable. Justo lo contrario. Pero tampoco le odiamos. Igual con su esposa, el ancla de todos los personajes de la película. Y en ese pulso, ambos actores están justo eso, de Oscar. Soberbios. Como dos inmensos titanes.
Lo mismo vale para un reparto que, desde los papeles pequeños a los más importantes, encuentran su lugar en esta excelente película dramática, donde contrasta la luz de sus pequeños rincones con las sombras de sus personajes. Su mayor pero es que Washington, como director, nunca ha destacado por su planteamiento visual, y en ese sentido la película bebe demasiado de su fuente teatral, lo que nos deja con la sensación de que estamos viendo justo eso, una obra teatral. Hay limitación, con ese patio trasero como núcleo de la historia. Otro director habría exprimido más eso que aquí acaba siendo un pequeño, muy pequeño, problema. El resto es un drama vibrante y poderoso, con un ritmo sensacional, con un guión inteligente, sorprendente y bien servido. Una excelente película que permite aprender más de cómo somos como personas.
Jesús Usero
Miguel Juan Payán
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