Crítica de la película Infiltrados en la Universidad
Más divertida y gamberra que la primera entrega.
No voy a negar que Infiltrados en Clase, la adaptación gamberra de la serie Jóvenes Policías, me ganó cuando se estrenó hace un par de años, gracias a su humor absurdo y las ganas de cachondearse de sí mismos que tenían sus dos protagonistas, Channing Tatum y Jonah Hill. Y, como sucedía con Resacón en Las Vegas y su enorme éxito, una secuela era obligada, bajo los mismos preceptos que en aquella. No podemos sorprender al espectador. La película repite las mismas claves que la anterior, paso por paso. Hasta en la trama. Pero se cachondea de ello continuamente. Es más, lo lleva un paso más allá. Más gamberra, más absurda. Y más divertida.
De vuelta a pasar por estudiantes, esta vez en la universidad, algo de lo que se ríen todo el rato (Jonah Hill y el personaje ridículo y magnífico de Jillian Bell), para detener a un grupo de traficantes que han plantado una nueva droga en la universidad que está acabando con la vida de algunos alumnos. De nuestros dos policías depende que los traficantes sean detenidos. Claro que quizá estén más por la labor de formar parte de una fraternidad, ligar o irse de fiesta que de detener a los malos. Y nosotros encantados, por supuesto. Creo que hay pocas mezclas más improbables que las de Tatum y Hill que hayan funcionado tan bien, no sólo de cara a la taquilla, sino también por la química que demuestran ambos actores, por su peculiar sentido del humor.
Sólo hace falta ver la escena de inicio con el camión y el pulpo, la nueva comisaría (situada en el 22 de Jump Street, frente al 21 de la primera…) o la visita al psicólogo de la universidad. Eso sin mencionar la persecución final en medio de las vacaciones de primavera, o lo bien que cuadran personajes mejor aprovechados que en la primera entrega, como el de Ice Cube (no pierdan detalle de la comida familiar tras descubrir un escabroso detalle. O del chiste del cubo de hielo… en inglés, claro). Los directores de la primera película y de La LEGO Película están de regreso y manejan perfectamente las claves cómicas necesarias para hacer la película accesible pero, por momentos, muy inteligente.
Que sea gamberra no quiere decir que sea estúpida. Fíjense en los magníficos títulos de crédito, en las carcajadas que consigue sin despeinarse y sin hacer chistes sobre escatología. Los cameos, las referencias o las gamberradas con las drogas o el sexo. Por eso funciona la película como lo hace y por eso es superior a la media, poniéndose en la liga de las antes mencionadas Resacón en Las Vegas. Se le va un poco la mano con la duración, lo que hace que unos chistes sobren más que otros, pero por lo demás es el perfecto entretenimiento para el fin de semana, ágil, paródica y muy, muy divertida, si se conocen los antecedentes y a lo que venimos al cine cuando nos metemos a ver Infiltrados en la Universidad. Una de las comedias del verano, sin duda.
Jesús Usero
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