Crítica de la película Inmune
Entre la incredulidad y la risa involuntaria, con un reparto que hace lo que puede.
Y son ellos los que hacen que la película no sea el peor estreno que hemos visto en lo que llevamos de año. Sin su esfuerzo a veces titánico, la película no pasaría de un telefilm lamentable o de un producción de Asylum que intenta aprovechar el éxito de un blockbuster para conseguir espectadores en video o cable. Pero aquí en lugar de un blockbuster se aprovechan de la pandemia para hablarnos de un posible futuro apocalíptico, y el resultado es tan chapucero que a veces produce ternura, o lástima. Y no, no se trata de que traten mal el tema de la pandemia. Eso es lo de menos, es una película no un documental. Es que traten mal el género y a sus personajes.
En el año 2024, la COVID-23, que acaba con la mitad de la gente a la que contagia, tiene a la población encerrada en sus casas. En Los Angeles, los infectados o potencialmente infectados, son llevados a un sector por el departamento de Sanidad, mientras que los pocos inmunes a la enfermedad pueden viajar por las calles desiertas con libertad. Nuestro protagonista es uno de ellos y es mensajero llevando paquetes de un lado a otro, mientras intenta encontrar la forma de reencontrarse con su amor, una joven encerrada con su abuela en casa. Los problemas se multiplican cuando la abuela parece sucumbir a la enfermedad y la cuenta atrás comienza para llevar a la joven al temido sector de contención.
KJ Apa ha demostrado que es un joven y solvente actor en Riverdale. Quizá a Sofia Carson le faltan más tablas en proyectos de envergadura, pero la joven hace lo que puede con el terrible guión. Ambos hacen lo que pueden y están más que bien escoltados con nombres como Bradley Whitford, Peter Stormare, Elpidia Carillo, Demi Moore o Craig Robinson. Aunque los únicos personajes realmente interesantes son los de Alexandra Daddario y Paul Walter Hauser. De hecho su historia es la mejor posible y la que la película no cuenta, empeñada en el romance de los dos jóvenes actores, tan terrible en su concepción como mal desarrollado. Un viaje en el que el guión apenas logra crear suspense y cuando parece que va a conseguirlo, la película se acaba.
La dirección de Adam Mason a veces quiere parecerse demasiado a Michael Bay, productor de la película, pero la mayor parte del tiempo es plana y sin ninguna chispa. Es tan olvidable como inocua. Lo dañino es el guión, que no sólo pasa por un tópico detrás de otro en la historia central, sino que ofrece un par de villanos de verbena, unos personajes inverosímiles y una historia manida y pobremente resuelta. Muy pobremente resuelta. Sólo esos cinco o diez minutos de tensión y el esfuerzo del reparto salvan la película del más absoluto desastre. Había varias buenas ideas (los personajes antes mencionados) y cierto potencial. Pero el problema no es hacer una película sobre la pandemia. Es hacer una película tan floja.
Jesús Usero
★
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