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martes, diciembre 10, 2024
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Ispansi ***

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Carlos Iglesias es uno de esos rostros populares de la televisión que a lo largo de los años ha sabido hacerse un hueco en la memoria de los espectadores en diversos papeles, normalmente ligados a la comedia, desde su personaje para el programa de Pepe Navarro al mítico Benito de la serie de Antena 3 o sus colaboraciones en programas como los de Cruz y Raya, el actor ha sabido convertirse en una cara muy popular entre el público y además ha conseguido llevarlo un paso más allá, desligando esa percepción de la audiencia en sus trabajos en cine, donde dio vida a un excelente Sancho y dirigió Un Franco, 14 Pesetas, una muy buena película que, además, fue un éxito en taquilla, con todo lo raro que eso es en el cine español hoy día.

Ispansi es su segunda película como director, en lo que Iglesias pretende que sea una trilogía sobre españoles fuera de su hogar. De hecho también ha garantizado que ya tiene en mente lo que sería su tercera película, aunque no ha revelado más detalles que el hecho de que sería una comedia. Si la primera era sobre los emigrantes españoles en Suiza, esta es sobre el exilio y la gente que lo vivió. Sobre los niños de Rusia, aquellos que durante la Guerra Civil marcharon exiliados a Rusia y tuvieron que pasar allí la Segunda Guerra Mundial. Sólo pudieron regresar bien entrados los años 50, a la muerte de Stalin.

Trailer

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Una historia trágica que en realidad versa sobre los adultos que acompañaron a esos niños a Rusia, de lo que abandonaron y dejaron atrás. De lo que perdieron y lo que encontraron. Una película de aquellos que no pudieron regresar que contiene muchas capas que pelar, mucha tela que cortar y varias sensaciones que llegan al espectador de forma contundente y única. Emotiva y fuerte. Iglesias sabe mover sus bazas y hacer de la película una experiencia única. Puede que no perfecta, pero sí especial.

Lo primero que destaca de Ispansi es su cuidada imagen. Nada más empezar la película uno se da cuenta de que tiene una textura diferente al resto de películas que se ruedan en España. Más cuidada, diferente. Y que indica algo que uno ya vislumbraba en Un Franco, 14 Pesetas. Carlos Iglesias bien puede haber empezado su carrera como actor. Pero detrás hay un muy interesante director de cine que tiene una forma especial de hacer cine.

Y agallas. Agallas para contar la historia que tiene delante sin excesivos sentimentalismos y con una fuerza única. Agallas para emocionar de verdad con pequeños detalles, con ciertos momentos, con elegancia, pero sin dejarse llevar por lo obvio o lo evidente. Valga como ejemplo el viaje a Rusia, con una elipsis de varios años en la que la tragedia ha golpeado a la protagonista destrozando su mundo y sus motivos para exiliarse. Y lo hace sin escenas de llanto innecesario, con los hechos narrados con una voz en off necesaria porque nos cuenta lo que no hemos podido ver. Seco y duro. Dejando claro que no va a ser una película de finales felices.

La película tiene un sabor clásico. A cine de otro tiempo. De la época donde suceden los hechos principales que se cuentan en la misma. Buena prueba de ello son los diálogos, de otra era, de otro tiempo, no por los personajes sino por la forma de hacer y entender el cine de la película. A veces funciona, a veces queda raro, extraño, incluso antinatural. pero ayuda a comprenderlo todo. Es una apuesta diferente y puede despistar al espectador.
También es cierto que hay momentos en los que la película parece dejarse muchas historias que contar, muchos momentos que desarrollar. Y decide no hacerlo. Es como si la película pudiese dar de sí como para una serie de televisión, Y aunque en determinados momentos esa economía narrativa le sienta de lujo, en otros logra que haya secuencias que no encajen del todo. Y personajes. Como esa alemana del Volga de la que nunca sabemos suficiente como para que nos importe su destino. Aunque su final esté resuelto de forma ejemplar.

Y la película juega maravillosamente bien con los tonos grises, de buenos y malos poco hay. Hay personas separadas por una ideología. Pero incluso esa frontera en apariencia insalvable se salva cuando vienen mal dadas por un tercero. No hay buenos ni malos, no. Hay personas y circunstancias del azar. La desgracia de la guerra. Y además sabe que no hay que abusar de los personajes infantiles, que so parte del lienzo, pero nunca la central. Centrar la historia en los adultos hace todo mucho más interesante.

El empleo de la banda sonora consigue avivar esos momentos emotivos que antes describíamos, apoyándose también en el talento narrativo del director, como en esa escena en la que mira desde una ventana a la protagonista cómo se lava, o el final. cargado, como toda la película, de esa mezcla entre el optimismo del luchador y la melancolía del exiliado. Entre tristeza y alegría. El resto queda en manos de un sólido reparto encabezado por el propio director. Así el fresco se completa dando vida a los personajes humanos, creíbles y sencillos que habitan su metraje.

Y eso hace que todo se disfrute aún más. Porque es un resultado final sencillo y elegante al que nos enfrentamos. De otro tiempo, pero conmovedor.
No creo que la película busque ser perfecta tampoco, prefiere quedarse con su propia identidad. Con su alma. Aunque ello suponga ser un anacronismo, aunque queden historias en el tintero o situaciones por explicar. Aunque quedemos con ganas de saber y entender más. La vida tampoco es perfecta. Lo malo es que el público piense que se trata de otra película sobre la Guerra Civil. Cuando eso sólo es el principio. El resultado es una película sobre nuestro pasado, nuestra historia, una parte olvidada y agridulce. Merece la pena vivir 90 minutos en el exilio.

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