Crítica de Jackass Forever
Crítica de la película Jackass Forever
Divertida, disparatada y salvaje, los chicos de Jackass están de vuelta.
Con notables ausencias como la de Ryan Dunn, a quien va dirigida la película y que falleció trágicamente en un accidente de tráfico, Rip Taylor también fallecido, o Bam Margera, uno de los rostros más conocidos y queridos por los fans de la franquicia, que sin embargo no aparece finalmente en la película. Rodada en 2020, Margera firmó un acuerdo de sobriedad con la producción, y al parecer acabó incumpliéndolo, lo que llevó al despido del mismo y a que este denunciase a los implicados en la película. Incluso llegó a amenazar de muerte al director de la misma, Jeff Tremaine. Así que hay que sobreponerse a esas ausencias y celebrar quienes sí regresan a la película.
Empezando por Johnny Knoxville, Steve-O, Chris Pontius, Dave England, Ehren McGhehey, Jason Acuña o Preston Lacy, a quienes se suman Davon Wilson, Sean McInerney, Zach Holmes, Rachel Wolfson, Eric Manaka y Compston Wilson. Y todo ello para ejecutar las escenas de riesgo más inverosímiles, dolorosas, insoportables y duras que uno pueda imaginarse, poniendo a prueba su integridad física y, por supuesto, su dignidad si es que queda algo de eso. Aprovechando que pueden tirar del efecto nostalgia con sus seguidores para que estén dispuestos a ver las nuevas aventuras, pero, por supuesto, sin un guión. No es una película al uso. No hay una historia, ni personajes, ni hilo conductor. Hay escenas de riesgo, salvajadas, estupideces y locuras varias que nos dejarán fascinados. O asqueados, depende de cada uno.
Desde enfrentarse a un toro bastante enfadado, a ofrecerse como bala de cañón humana, a abejas que quieren recuperar a su reina, o a inesperadas explosiones… Cuando uno pensaba que tras la serie original, las tres películas anteriores y los spin offs, por así llamarlos, la película no podía ingeniárselas para contarnos aventuras nuevas de los personajes, pero no sólo lo hace, sino que además es capaz de llevarlo todo un paso más allá en una espiral de locura que no puede ser más destructiva. Especialmente grave es el caso de Ehren McGhehey que es sin duda quien peor lo pasa en la película, entre un oso y una coquilla que no funciona del todo como debería. O quizá sí funciona y por eso no acaba la cosa en tragedia…
El resultado es divertido incluso cuando no deberías estar riéndote. Es salvaje y los protagonistas saben que es su último saludo en el escenario (hay varias fracturas en la película) porque ya no tienen el cuerpo para los golpes, los saltos y las aventuras que aquí viven. Hay más escenas con animales de las que recordaba en otras películas (algunas brutalmente peligrosas y con PETA muy enfadada con los responsables) y hay, como siempre, demasiada escatología. Por supuesto que es intranscendente. Por supuesto que no hay nada que nos vaya a marcar… Pero nos va a hacer reír mucho que es lo más importante en esta película. Pese a sus excesos y a chistes que no funcionan. Pese a que se echen en falta personas y bromas con disfraces, por ejemplo. Pero es efectiva. Y de eso se trata.
Jesús Usero
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