Crítica de la película Jolt
Simpático pasatiempo con una siempre divertida Kate Beckinsale.
Convertida hace años en una de las nuevas heroínas del cine de acción junto a Charlize Theron o Milla Jovovich a merced de la saga Underworld, Kate Beckinsale vuelve a la carga con un proyecto tan disparatado como divertido, alejado de la seriedad de Underworld y mucho más cerca de gamberradas como Nadie o la próxima Gunpowder Milkshake, o quizá Guns Akimbo. En ese disparate a consciencia, la actriz se mueve como pez en el agua y da lo que promete, un entretenimiento sin miedo y sin barreras, dispuesto para conquistarnos sin pararse demasiado a pensar si su guión, su historia o sus personajes, más allá de la protagonista, son realmente tan interesantes.
Algo que sólo sucede con dos personajes secundarios honestamente… El resto es casi un adorno y el final de la propia película hace pensar que la historia puede ramificarse en puntos mucho más interesantes que el que nos han mostrado. Todo a raíz de conocer a una mujer que tiene un problema desde niña, una condición que la hace explotar con ira cuando una injusticia sucede a su alrededor. Tras muchos años encerrada intentando encontrar una posible solución, un nuevo sistema parece devolverle la esperanza de una vida normal, lo que hará que conozca a un hombre que podría ser el idóneo para ella… si no fuese asesinado por un grupo de criminales. Por supuesto su tarea será dar caza a los mismos sin importar lo complicada que parezca la tarea, y quizá dejando de lado la paz que tanto ansiaba.
Aquí no hay engaños posibles. Beckinsale es la reina de la función y sale en casi todos los planos de la película, que además dura poco más de una hora y media, por lo que no deja mucho tiempo para el aburrimiento. Ella consigue que durante los momentos más terribles de la trama sigamos pendientes de hacia dónde se dirige o qué burrada hará a continuación. Con un pequeño pero, la sensación de que lo verdaderamente interesante habría sido verla completamente desatada. Pero no sucede así. La presencia de Stanley Tucci es casi testimonial, y son Laverne Cox y Bobby Cannavale los que salen mejor parados en lo que el guión tiene que ofrecerles.
La curiosa y potente fotografía, las buenas coreografías o interesantes escenas de acción, tapan problemas como un presupuesto muy, muy ajustado que pretende hacer pasar por una ciudad lo que evidentemente es un simple decorado. Esa producción disminuida hace que el resultado final, debido a su interés por parecer mucho más grande de lo que es, se resienta, algo que se nota especialmente en la persecución de coches, o en la reiteración de decorados que no llevan a ningún sitio porque… porque no hay dinero para más. Simpática, con un interesante arranque y posibilidad de iniciar una saga, pero lejos de la grandeza. Posiblemente muchos la olviden poco después de verla. No es el mejor de los piropos que podemos decirle, pero al menos es más entretenida que muchas otras que llegan a salas de cine. Ojo al cameo final.
Jesús Usero
★
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