Crítica de la película Keepers: El Misterio del Faro
Fascinante película que se apoya en sus protagonistas.
Normalmente estamos acostumbrados a ver a Gerard Butler en una serie de producciones de acción o aventuras no siempre de calidad, ya sea como dios egipcio o como capitán de submarino, al frente del servicio secreto del presidente, o intentando salvar al mundo de una Geotormenta, sea lo que sea lo que eso significa. Incluso cuando protagoniza una cinta de calidad dentro del género, como Juego de Ladrones, no destaca como lo hace en Keepers, una historia pequeña, de época, con aroma a thriller, pero enclavada en el drama también, donde tres personajes se enfrentan entre sí por un posible tesoro y por la libertad de sus almas, posiblemente. Una historia pequeña y fascinante, sin duda.
Keepers es una historia basada en hechos reales, o al menos inspirada por ellos, sobre la extraña desaparición de tres fareros en la isla de Flannan, sin dejar rastro alguno. La película intenta, dentro de la ficción, buscar sentido a esa historia, mostrando cómo los fareros descubren un cofre lleno de oro que llega con un extraño que parece muerto, y a partir de ahí… bueno, empiezan a suceder cosas, en torno a los tres personajes, a sus encuentros y desencuentros. A su forma de ser y de reaccionar, a sus pequeñas cuentas pendientes, que se engrandecen cuando uno se enfrenta a algo tan jugoso como la posibilidad, o no, de abandonar una vida nada agradecida. La película trata de encontrar explicación a la desaparición de los tres hombres, y lo hace mezclando ese drama, esos choques, con un aire a película de suspense que sienta de maravilla.
Aquí sin duda la clave está en el enfrentamiento entre los protagonistas, Gerard Butler, Peter Mullan y Connor Swindells, dos veteranos y un joven al que entrenar por seis semanas. Hay más personajes, pero creedme si os digo que es mejor no conocer casi nada de ellos y dejar que la película os sorprenda. Y también disfrutar de los duelos entre los tres personajes. De cómo lo que parecía sencillo, repartirse el oro y cambiar de vida, ocultando lo pasado, se convierte en otra cosa. La tensión entre ellos, las miradas, los pequeños detalles… Ese es el mejor valor de una película que se cuece a fuego lento y maneja esa tensión hasta que ya nada puede hacerse…
Los personajes son muy bien manejados por el guión y por Kristoffer Nyholm, el director, quien no sólo ayuda a que esa tensión crezca, a que el pulso narrativo se mantenga, sino también a dar una imagen magnífica a la película, con una fotografía maravillosa y un uso del plano corto envidiable. Eso hace que el ritmo se resienta también y que muchos espectadores la vayan a encontrar lenta o demasiado tranquila. Pero quien sepa ver más allá de eso, encontrará una película con un potente desarrollo del drama de sus personajes, del suspense y del duelo entre sus actores. Sin duda de los mejores papeles de Gerard Butler.
Jesús Usero
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