Nadie ha contado lo que ocurre despuรฉs del apocalipsis como Cormac McCarthy en su novela En la carretera. Todos aquellos que hayan leรญdo y disfrutado Soy leyenda de Richard Matheson encontrarรกn en esta otra obra una especie de vuelta de tuerca definitiva que te corta la respiraciรณn desde su primer pรกrrafo. McCarthy es capaz de ponernos un nudo en la garganta con su descripciรณn de lo que ocurre despuรฉs de la catรกstrofe, sin adornar la fรกbula en modo alguno, llevรกndonos directamente a la boca del mismรญsimo infierno a pelo y narrando desde lo cotidiano, desde los pequeรฑos gestos y las pequeรฑas cosas, desde el detalle mรกs รญnfimo, ese รฉpico viaje a ninguna parte que viven un padre y su hijo con el รบnico objetivo de seguir existiendo en un mundo que se ha quebrado definitivamente a nivel material, pero tambiรฉn, y esto es lo mรกs terrorรญfico, en lo referido a la moral. La antropofagia campa por sus respetos ante la falta de comida, de manera que los integrantes de la especie humana se dividen en dos tipos principales: los que comen y los que son comidos.
En el traslado a la pantalla grande de este impresionante fresco que nos traslada a un momento particularmente oscuro de la humanidad, el cine ha encontrado uno de sus mรกs difรญciles retos de adaptaciรณn de la literatura al celuloide. La novela era ya en sรญ misma tan cinematogrรกfica y tan inevitablemente adaptable al cine que a la pelรญcula no le queda sino ser escrupulosa y elegantemente fiel al original literario. Estamos por tanto ante una pelรญcula sabia que ha optado por trabajar desde los bancos de la modestia, reconociรฉndose desde el primer momento como una sencilla pero no por ello menos vรกlida ilustraciรณn visual del relato de McCarthy. Ello puede llevar a algunos a pensar que este largometraje anda algo falto de personalidad para dar su propia visiรณn de la obra que adapta modificรกndola para ajustarla a las claves del audiovisual, pero tal cosa no es posible, ya que McCarthy ha escrito esta pesadilla con un claro instinto de narrador y dialoguista para el cine. En esta situaciรณn, ย a The Road, que es como ha decidido titular la distribuidora espaรฑola esta producciรณn para suย paso por nuestra cartelera, no le resta sino ilustrar cada momento de la novela, cosa que hace con astucia y habilidad, ciรฑรฉndose por otra parte, en un ejercicio de coherencia, a la sobriedad de que hace gala la versiรณn literaria. Afortunadamente los responsables del largometraje esquivan toda tentaciรณn de recrearse en los aspectos mรกs gore de la trama, limitando los alardes visuales al mรญnimo, lo cual redunda en beneficio de la asfixiante verosimilitud de la misma, que es lo que realmente le pone al espectador un nudo en la garganta.
El estilo seco y contundente con el que McCarthy narra su historia encuentra asรญ un eco repleto de guiรฑos sutiles a la hora de quedar plasmado en imรกgenes de la pelรญcula. Por ejemplo en lo referido a la fotografรญa y el trabajo con la luz, la imagen nos mete en el cuerpo el frรญo intenso que habita en las almas de los dos protagonistas y del resto de seres humanos que pasean por las ruinas de la humanidad, materializando no sรณlo el gรฉlido aliento de la soledad a la que todos ellos estรกn condenados, sino tambiรฉn la angustia de la pรฉrdida de la humanidad que ha convertido a muchos de ellos en monstruos. El director de fotografรญa espaรฑol Javier Aguirresarobe vuelve a mostrarse como uno de los mรกs grandes de su profesiรณn, contribuyendo a ese ejercicio de ilustraciรณn con un alarde visual de marcados ecos pictรณricos.
Sacando el mรกximo partido a la construcciรณn en forma de flashback que le permite el recurso de los sueรฑos del protagonista, la pelรญcula se despliega con un impecable ritmo ante nuestros ojos como una especie de retablo de la catรกstrofe que temรกticamente nos recuerda los cuadros del Bosco y flirtea con las Pinturas Negras de Goya (la entrada en la โdespensaโ subterrรกnea es un buen ejemplo). A mรญ al menos los interiores parcamente alumbrados con una vela y el fuego me recuerdan el tratamiento de la luz de los maestros holandeses de la pintura, de la misma manera que los exteriores me llevan a pensar inevitablemente en el cuadro Paisaje tormentoso, de Rembrandt.
Emparentada en lo cinematogrรกfico con pelรญculas como Hijos de los hombres, A ciegas o La niebla, aunque mirada desde la experiencia del niรฑo en alguna que otra escena me trajo tambiรฉn esporรกdicos ecos de Donde viven los monstruos, The Road cuenta con un momento clave en el que pone sobre la mesa cuรกles son los mimbres de su propuesta: la escena en la que el protagonista deja su anillo de boda sobre el puente y lo empuja hasta el borde. Es uno de los momentos mรกs demoledores que hemos visto en el cine este aรฑo, en el cual, sin alarde alguno, con economรญa de gestos y gran elegancia, el director nos pinta la terrible soledad a que estรก sometido el protagonista (no es casualidad que la primera imagen de la pelรญcula sea la de Charlize Theron en el dรญa de la catรกstrofe, porque toda la pelรญcula se construye sobre su ausencia, que es la ausencia del mundo pasado y perdido, la ausencia total de la felicidad en el mundo presente). Nunca veremos cรณmo tira el anillo al vacรญo, porque el director ha elegido la sobriedad como clave para el relato y ademรกs, ย como en el resto de la pelรญcula, apuesta por dejar que el espectador participe activamente completando el cuadro y rellenando los huecos terribles de la historia. Nosotros mismos empujamos ese anillo hacia el vacรญo en nuestra imaginaciรณn, sintiรฉndonos en ese momento tan solos, desvalidos y derrotados ย por la ausencia como el propio protagonista.
Desde su belleza terrible de relato en el ocaso de los tiempos, mรกs allรก de la frontera que nunca se atreviรณ a cruzar el cine de catรกstrofe, The Road es sin duda una de las pelรญculas mรกs poรฉticas y duras que ha disfrutado quien esto escribe en sus muchos aรฑos de dedicarse a ver cine. No es una pelรญcula fรกcil, y junto a ese papel participativo que nos otorga e director, el excepcional trabajo de sus actores hace que la empatรญa que sentimos por los personajes haga aรบn mรกs amargo el viaje. Por todo ello y por su fidelidad inquebrantable y sin fisuras a la novela original, sin entregarse a los devaneos del espectรกculo gratuito, es tambiรฉn una de las pelรญculas mรกs valientes del aรฑo. Sรณlo elimina de la versiรณn cinematogrรกfica el fragmento en el que el relato se perdรญa narrando las peripecias del protagonista dentro del barco. Incluso en eso la adaptaciรณn cinematogrรกfica me parece acertada: cuando leรญ la novela por primera vez ya esa parte me pareciรณ ajena a todo lo demรกs, una desviaciรณn innecesaria hacia la narraciรณn de una acciรณn que en nada completaba o ayudaba al resto.
Si La carretera, el libro, es un excelente compaรฑero que merece la pena leer una y otra vez, The Road, la pelรญcula, es sin duda uno de esos tรญtulos que debemos ver varias veces, un intenso paseo por el amor y la muerte que bien podrรญa haber firmado un gigante del cine como John Huston.
Miguel Juan Payรกn