Homenaje al cine clásico que se queda algo acartonado. Y mira que el regreso de Warren Beatty delante y detrás de las cámaras apetecía bastante y podía llevarnos a un nuevo clásico moderno, una película diferente a lo que vemos hoy en día en salas de cine, con un reparto espectacular y revisando la historia de uno de los grandes mitos de Hollywood, Howard Hughes, en sus años de declive personal, cuando la enfermedad comenzaba a afectarle seriamente. Todo ello desde el punto de vista de un joven, Alden Ehrenreich, que llega a la empresa de Hughes como chófer y va acercándose poco a poco a la figura de quien fue leyenda en la meca del cine pese a sus muchas extravagancias.
Las aspiraciones del joven conductor se complican cuando conoce a una de las aspirantes a actriz de la productora de Hughes, Lily Collins, a la que suele llevar por la ciudad y de la que se enamora, aunque eso supondría romper una de las principales normas de la empresa, no pueden tener relaciones de ningún tipo con las jóvenes aspirantes. A lo largo de los años veremos cómo esa relación va cambiando según se siguen los sueños y aspiraciones, o según se rompen, en un viaje siempre ligado a la figura de Hughes y sus muchos conflictos internos y externos, debido a las peculiaridades que le provocaba su enfermedad. Algunos adorables incluso (lo del helado) otros completas locuras que ponían en serios problemas a su empresa y a aquellos que le rodeaban.
Todo ello narrado con un fuerte aroma a cine clásico, en música, en fotografía, en dirección o diálogos. Y con un enorme reparto que incluye a Matthew Broderick, Candice Bergen, Martin Sheen, Annette Bening, Haley Bennett, Megan Hilty, Taissa Farmiga, Ed Harris, Oliver Platt, Alec Baldwin, Steve Coogan o el propio Beatty, que vuelve a dirigir y actuar tras quince años apartado de las cámaras. Todo eso es maravilloso, como algunos momentos de cine de enredos clásico, o de screwball comedy. Pero nunca termina de funcionar y nunca termina de convencer. Primero porque una cosa es cariño por el clásico, y otra que todo parezca acartonado por querer ser más clásica que las películas de la época. Le falta frescura.
Y le falta saber claramente qué película quiere ser, qué quiere contar. Empieza con una clave romántica, para dar el salto a los enredos, cediendo el protagonismo al personaje de Hughes interpretado por Beatty, para pasar a una clave más dramática, primero en el romance, luego en la propia historia general. No sabe si quiere ser biopic o contar la historia de un joven y sus sueños, o contar la de una pareja que lucha por su amor… Así va dando tumbos de un lado a otro, sin terminar de convencer o arrancar del todo, haciendo que algunos personajes desaparezcan durante parte del metraje o por completo, y que la presencia de algunos actores (Harris, Sheen…) sea poco más que un cameo. Sabe a poco, y sabe a demasiadas cosas. Correcta, pero nada más.
Jesús Usero.
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