Extraรฑa propuesta entre El proyecto de la bruja de Blair y Paranormal Activity, que tambiรฉn introduce elementos de los slasher films ochenteros.
En 1993, un chaval llamado Charlie falleciรณ por ahorcamiento, cuando el boy estaba en plena representaciรณn de una obra de teatro amateur. Desde entonces, el instituto estadounidense de Beatrice vive con el triste recuerdo del muchacho colgado. Pero veinte aรฑos despuรฉs de los sucesos mencionados, el profesor de arte dramรกtico pretende poner en escena la misma pieza que ocasionรณ la muerte de Charlie. La cosa parece ir razonablemente bien, hasta que la noche anterior al estreno un grupo de estudiantes entra en el centro para destrozar los decorados. Motivo por el que el fantasma del alumno fallecido pilla un rebote y comienza a perseguirlos, con el fin de llevรกrselos al otro mundo.
Este es el tema de la aventura de terror adolescente que plantean Travis Cluff y Chris Lofing, para crear un nuevo mito del susto homicida en la lรญnea de Jason Vorhees y Freddy Krueger. Sin embargo, la pareja de cineastas se queda en el mero bosquejo de un argumento que podrรญa haber tenido su gracia, pero que sucumbe frente a la incapacidad para generar un mรญnimo de tensiรณn coherente a lo largo de su caรณtica puesta en escena.
La acciรณn real a travรฉs de la que Cluff y Lofing intentan narrar la pelรญcula hace aguas desde casi el inicio del largometraje. A ello contribuye la acumulaciรณn de datos, giros y trampas con escasa sensaciรณn de desasosiego.
Para empezar, el vรญdeo sobre la muerte de Charlie se resume en una sucesiรณn de fotogramas de aficionado, los cuales son percibidos con una indiferencia que lastra el resto de la historia.
Tras este interludio, la cinta viaja a 2013, para pegarse a un grupo de estudiantes que desea poner nuevamente en marcha The Gallows. En este tramo, los directores usan como pincel una cรกmara de mano, que porta uno de los protagonistas (Ryan Shoos). Una decisiรณn comprensible para dotar al libreto de un falso ingrediente de veracidad, aunque pierde su valor nada mรกs multiplicarse el nรบmero de personajes que comparece en cada escena.
Cluff y Lofing parecen superados ante tantas imรกgenes grabadas por los diferentes dispositivos; manejados intermitentemente por Ryan, Pfeifer, Reese y Cassidy. Pirueta orquestada para no traicionar un punto estilรญstico algo ridรญculo, el cual remite a odas de confusiรณn comercial como El proyecto de la bruja de Blair.
Asรญ, los creadores van desojando la margarita de los tรณpicos del gรฉnero, sin darse cuenta de que en los productos de este tipo cada dato debe ganarse su sitio en el guion. En este sentido, resulta increรญble que los directores obvien contar algo mรกs sobre el fantasma llamado Charlie antes de convertirse en un espectro vengador; que no profundicen sobre por quรฉ el padre de Reese (Reese Mishler) abandonรณ la obra en 1993, cuando este tenรญa que interpretar el papel de Charlie; o que no se den cuenta de que es imposible que la policรญa tenga en su poder un รบnico vรญdeo de los hechos, cuando los dispositivos andaban desperdigados por todo el instituto.
En el trรกiler promocional de La horca los titulares mencionan a Jason Vorhees y a Freddy Krueger; pero, salvo que la parroquia teen eleve a la categorรญa de mito al chaval de la soga con aptitudes especiales para el montaje cinematogrรกfico, el seรฑor del machete y el de las cuchillas en los dedos no tienen nada temer sobre un posible relevo generacional.
A pesar de la fiebre psicรณtica de los novatos, los monstruos de hace mรกs de treinta aรฑos aรบn guardan mucha tralla sanguinolenta para conservar el podio de los gritos palomiteros.
Jesรบs Martรญn
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