La maldición de Rookford. Buena y elegante propuesta de historia de fantasmas mÔs propicia a la intriga que al susto o el gore.
La versión mĆ”s elegante del cine de fantasmas vuelve a la cartelera con esta producción britĆ”nica de 2011 que rescata una manera de entender este tipo de fĆ”bulas mĆ”s próxima al terror gótico y ajena a los sobresaltos del cine mĆ”s gore de nuestros dĆas. Tiene por ello las claves de intriga y entorno romĆ”ntico, en el sentido de romanticismo, de las que suelen carecer las versiones mĆ”s epidĆ©rmicas y adictas al sobresalto fĆ”cil y en muchos casos gratuito que suelen llenar la cartelera de aparecidos, espĆritus y criaturas del mĆ”s allĆ” en los Ćŗltimos tiempos.
No hay aquĆ sitio por tanto para el despliegue de vĆsceras o el desvarĆo sangriento. De hecho en su primera parte la pelĆcula me recordó algunas historias de corte mĆ”s de intriga siniestra que fantasmagóricas propiamente dichas incluidas en las peripecias literarias de Sherlock Holmes. Posiblemente porque la protagonista, ejemplarmente encarnada por la atractiva Rebeca Hall, compone un personaje enigmĆ”tico capaz de abordar las apariciones fantasmagóricas como una especie de variante femenina del escĆ©ptico detective creado por Arthur Conan Doyle cuando investigaba los ataques del sabueso de los Baskerville, o ya puestos en una clave de versión mĆ”s joven de la escĆ©ptica aplicada a desenmascarar estafas sobrenaturales que interpreta Sigourney Weaver en Luces rojas, de Rodrigo CortĆ©s.
Pero eso es en los primeros compases de la pelĆcula. Metidos ya en la harina de lo inquietante, la trama cobra una nueva naturaleza que acerca La maldición de Rookford a tĆtulos como Suspense (The Innocents), dirigida por Jack Clayton en 1961, Los otros, dirigida por Alejandro Amenabar en 2001, o El orfanato, que puso en pantalla Juan Antonio Bayona en 2007. En este tipo de historias, al contrario de lo que ocurre con las pelĆculas de susto o gore mĆ”s simplonas, la clave no son los efectos especiales sino la construcción y desarrollo de personajes, asociados a una puesta en escena y unos decorados que le dan su mĆ”xima expresión a lo tenebroso. De todo ello tiene, y mucho y de calidad, esta pelĆcula que va desgranando la historia de todos los implicados en la fĆ”bula jugando con el descubrimiento y la explicación de secretos anclados en el pasado de los habitantes de un colegio en el que ha corrido la voz de una aparición fantasmal relacionada con la muerte de uno de los alumnos.
La pelĆcula sabe atraparnos por esas historias aparentemente secundarias que en realidad son algo mĆ”s que piezas complementarias de la historia principal y otorgan a la misma āen definitiva una historia de fantasmas al uso, algo tópica en determinados momentos-, un mayor interĆ©s del que legĆtimamente conseguirĆa limitĆ”ndose a desarrollar al fórmula habitual sin esos complementos. Un ejemplo de la solidez dramĆ”tica de los mismos la encontramos en el personaje del veterano herido fĆsica y emocionalmente en las trincheras de la Primera Guerra Mundial, al que da vida Dominic West, o en el ama de llaves Maud encarnada por Imelda Staunton. Ambos personajes podrĆan haber formado parte del elenco de las series Arriba y abajo y Dowton Abbey sin desentonar en absoluto y prestan eficaz servicio como respaldo a la protagonista, un personaje quizĆ” mĆ”s tópico pero igualmente solvente para los menesteres que debe desempeƱar en esta intrigante fĆ”bula.
CabrĆa sin embargo hacerle una crĆtica a la pelĆcula en lo referido a su desenlace, que por un lado es algo previsible, y por otro juega una arriesgada baza de complejidad quizĆ” innecesaria, ingeniando una explicación para unir con un vĆnculo sólido a los tres personajes citados con una explicación ligeramente que pone en tensión la credulidad del espectador y tiene cierta tendencia a acumular varios finales, como si no tuviera confianza en la conclusión que nos propone. No es extraƱo: creo que el desenlace no le hace honor al planteamiento inicial ni al excelente trabajo de localización, diseƱo de producción e interpretación. La explicación final de los distintos acontecimientos que nos han sido narrados desde el principio resulta en el tercer acto ligeramente insatisfactoria y por debajo de las expectativas creadas por el primer y segundo acto. Ese desequilibrio entre los momentos finales, atropellados y dando la impresión de que hay que salir del enredo tramado previamente de algĆŗn modo, cayendo ademĆ”s en la trampa de meterse en un huerto mortal para alguno de los personajes principales que se traduce en un callejón sin salida y en una especie de arrepentimiento de lo propuesto que no se daba en Suspense, Los otros o El orfanato, mĆ”s valientes y decididos a la hora de culminar su historia.
Pero incluso con todo ello, el gran trabajo desplegado en el arranque y el desarrollo de la historia y su elegancia a la hora de presentar personajes y ambientes hacen de esta pelĆcula una de las propuestas mĆ”s interesantes de intriga de fantasmas que ha llegado a la cartelera en los Ćŗltimos aƱos, tirando de puesta en escena inquietante para no caer en la trampa de la casquerĆa gratuita y los sustos fĆ”ciles.
Miguel Juan PayƔn
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