Interesante historia de superación y fe basada en un hecho real. La película llega a España mucho tiempo después de su estreno en USA, donde tuvo una buena acogida en la taquilla, y de la mano de Disney, cuando Sony, su distribuidora original, no ha sabido qué hacer con ella pese a tener previsto su lanzamiento en cines el pasado otoño. Así que, para no perder la costumbre, la película llega tarde, cuando el interés del público por ella puede haber desaparecido casi por completo, algo que honra a Disney, que es quien se ha hecho con los derechos de la misma.
Y les ha quedado una producción más que correcta, aseada y bien rodada, en la que el tema del surf, que siempre me ha parecido muy complicado y complejo de rodar (a menos que se noten los efectos digitales a 10 km. y entonces la película pierde bastante). Aquí la mayor parte del tiempo lo manejan con corrección y con mucha elegancia, sin abusar de lo digital y sin que sintamos mucha vergüenza ajena, aunque haya un par de planos que sobran, pero si a alguien le gusta este deporte, disfrutará con las escenas en el agua.
La trama nos cuenta la historia de una joven que es una promesa del surf, ganadora de campeonatos, devota y buena hija, que un día sufre un ataque de un tiburón y pierde el brazo izquierdo. A partir de ahí luchará por recuperar la vida que tenía antes y por volver a convertirse en una campeona. Si hay algo que realmente merece la pena en la película son las interpretaciones convencidas y convincentes de todo el reparto encabezado por Anna Sophia Robb, quien se entrega en cuerpo y alma al personaje pese a las carencias del guión. Y la escoltan nombres como Dennis Quaid, Helen Hunt o Kevin Sorbo, además de la cantante Carrie Underwood (que es lo más flojo de la película. Tanto por ella como por el personaje).
Decíamos de lagunas de guión porque la película peca de blanda. No es sólo el exceso de espiritualidad y religión que quiere justificar todos los males del mundo como pruebas de Dios, algo que da un poco de rabia y resulta de lo más ingenuo que puede haber. El ataque del tiburón no es nada comparado con lo que sufre mucha gente en el tercer mundo, y es una píldora que no entra ni con un cubo de agua. Además no hay lado oscuro, no hay profundidad de la historia. No hay apenas drama. El aplomo de la protagonista a todas horas y sin torcerse nunca resulta, como poco inverosímil. Eso sí se le puede echar en cara.
Lo que queda es una película de buenos sentimientos y superación que gana puntos debido a su reparto. Puntos e interés, porque si no fuese por ellos muchos no encontrarían mucho que les atrajese de esta película. Tiene muy buenos momentos (la protagonista en la playa arrasada con la niña), y otros no tan buenos. Y nunca llega a aburrir. Mucho más que otras películas.
Jesús Usero.
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