Crítica de la película La mujer en la ventana
Prometedor arranque pero un desarrollo muy irregular.
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Una película liderada por Amy Adams, con un reparto simplemente espectacular, con Gary Oldman, Julianne Moore, Anthony Mackie, Wyatt Russell, Jennifer Jason Leigh o Brian Tyree Henry acompañando a la protagonista, y con un director de la talla de Joe Wright al frente de la película basada en la novela de A.J. Finn. Y, por el título y el tipo de adaptación, casi parece una secuela espiritual y argumental de La Chica del Tren o similar. Quizá la falta de originalidad juegue en su contra desde los títulos de crédito, pero también lo hace un guión plano y con aspecto de haber sido destrozado, y una dirección errática.
Una mujer que padece agorafobia estudia el mundo desde la ventana de su cuarto. Tras una noche de Halloween peculiar, conoce a la mujer de su vecino, con la que entabla una curiosa amistad. Poco después desde su ventana verá cómo algo terrible le ocurre y llamará a la policía. Sin embargo nada es lo que parece y todo podría habérselo imaginado debido a la medicación que toma para su enfermedad. ¿Qué es real y qué es parte de una alucinación? A esa respuesta quiere hacernos llegar la película, aunque no creo que muchos espectadores acaben la película interesados en descubrir lo que ha pasado o lo que va a suceder. La película se encargará de ello a lo largo y ancho de su metraje que apenas alcanza los 100 minutos.
Ver nombres como los del reparto, liderado por Adams, con un guión tan genérico y poco interesante como éste, es hasta triste. Adams está excesiva en su papel, pero hasta se comprende, acaba siendo lo más interesante junto al resto de actores. Joe Wright intenta aportar un estilo visual marcado por Hitchcock y los thrillers de los 50 y 60, pero no encaja. La sensación que deja es de ser demasiado añejo y forzado, como si la historia y lo visual nunca estuviesen en el mismo sitio, en el mismo plano. Es excesivo y necesitaba de un elemento mucho más importante, un buen guión. Y, de nuevo, pese a ello, el gusto estético del director, sus decorados, su fotografía… todo eso hace que la película destaque.
Sin embargo el guión sigue siendo el mayor problema. La película sufrió muchos problemas de producción, retrasos, montajes, nuevas escenas… todo hasta llegar a Netflix, por lo que el proyecto que vemos hoy en día posiblemente diste mucho de la idea original de los responsables. Hay recortes en todo momento, cambios inexplicables, giros de guión imposibles y precipitados y diálogos que producen estupor. Personajes como el psicólogo, la familia o el inquilino del sótano, no funcionan como deberían, y el final, excesivo y algo incoherente, tampoco encaja. Poco queda que salvar en una película que acaba siendo aburrida, previsible y prescindible, y que no hace honor a su enorme reparto ni al director que tiene a cargo de la película.
Jesús Usero
★
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