Intento irregular de retomar la clave de la épica histórica estilo Doctor Zhivago.
La idea es buena. El tema merece la pena. El asunto histórico en el que se basa debe ser divulgado y recordado. Hablamos del genocidio armenio. Pero la película parece empeñada en seguirle la pista a los grandes frescos históricos cubiertos de épica del cine de superproducción de los años sesenta, Éxodo (Otto Preminger, 1960), Doctor Zhivago (David Lean, 1965), y el problema con el que tropieza en primer lugar es que no tiene a un Preminger o a un Lean detrás de la cámara, de lo cual se resiente notablemente por una especie de divorcio entre las expectativas del productor y la manera en que el director entiende que debe contar su trama. Creo que Terry George consiguió su mejor trabajo con la incuestionable Hotel Rwanda (2004), donde ya abordó de algún modo un tema similar al del genocidio que le ocupa ahora en esta otra producción. Pero lo que allí resultaba próximo, cercano, conformando un fresco de terror cotidiano y posible, se convierte en algo más envarado, un poco acartonado, más de otra época, en la línea de las dos películas que he citado y que me resultan interesantes como referentes o pistas para aclarar mejor al lector por dónde van los tiros en La promesa.
La película tiene además otro “divorcio” en su contenido, entre ser una historia de amor sacudida por los arrebatos sangrientos de la Historia con mayúscula, o erigirse como testimonio de un acontecimiento terrible. Pelea por ser ambas cosas, pero al no decantarse claramente por una u otra, se queda a medio camino, sin llegar a profundizar en su camino en ninguna de ellas. Volviendo a esos dos largometrajes de referencia que he citado, los cuales tuvieron que lidiar con esa misma doble identidad de relato romántico y fresco histórico, Lean supo inclinarse en Doctor Zhivago hacia el drama romántico sin por ello perder de vista la reconstrucción histórica que servía como fresco de fondo al mismo, mientras que Preminger en Éxodo optó, en mi opinión con buen criterio, por darle todo el peso al asunto histórico, dejando en segundo lugar, a título de acompañamiento de fondo, el relato romántico. Sin embargo George va alternativamente de uno a otro punto de estos dos extremos, sin que parezca que se decanta claramente por ninguno de ellos. Tenemos una primera parte decantarse por el drama romántico, en la cual va forjando un triángulo sentimental que luego no aprovecha del todo entre los personajes de Christian Bale, Oscar Isaac y Charlotte Le Bon, pero cuando estallan los primeros ataques genocidas parece inclinarse más durante unos cuantos minutos por la opción Éxodo, que se diluye en el retorno del personaje protagonista a su tierra, entrando en una especie de paréntesis de bajón de ritmo que se recupera apenas en el tramo final del relato. Ese ir y venir de una u otra opción no acaba de cimentar bien la identidad y la personalidad de la película, que bascula sin llegar a sacar todo el provecho al personaje de Bale. Para ser sincero opino que el personaje de Oscar Isaac necesitaría más fuerza ante la cámara, en una línea como la de un joven Al Pacino, para poder soportar sobre sus espaldas todo el relato y esa ambigüedad del mismo que se le echa encima. Me gustó mucho el trabajo de Charlotte Le Bon en El desafío, pero aquí no me acaba de convencer tanto y creo que también su papel necesita más carne delante de la cámara.
Miguel Juan Payán
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