Excelente versión pueblerina de Ocean’s Eleven. Por algo comparte director con la saga protagonizada por George Clooney, Brad Pitt y Matt Damon entre otros, y es que Steven Soderbergh, quien dijo que no volvería a dirigir una película, ha cambiado de opinión para contar una historia de ladrones muy particulares. Una heist movie donde los personajes son lo más cafre que uno puede echarse a la cara, con un sentido del humor arrollador y varios momentos memorables, donde el reparto se nota que ha disfrutado de lo lindo con esta historia sureña y con alma, donde nada es lo que parece. En la mejor tradición del género, claro. Un género que a su director se le da particularmente bien.
Si quitamos de Ocean’s Eleven todo el glamour y gran parte del sentido común de los personajes (por no decir todo), nos queda La Suerte de los Logan. Una película en la que tras varios reveses y con una posible maldición familiar (son gafes o ese creen algunos de los miembros de la familia), los hermanos Logan intentan dar un giro a su vida organizando un robo espectacular en el que no quede rastro de lo que han hecho, pero no deciden robar un casino, un banco o una galería de arte. No. Ellos van a robar al circuito de carreras de la región, que mueve tanto o más dinero que algunos de los anteriores. Claro que, para triunfar en su misión, los Logan deberán idear un plan perfecto y recurrir a varios personajes más que les ayuden. Y no será tarea fácil.
Hay que alabar, y mucho, al reparto de la película Channing Tatum y Adam Driver dan vida a los hermanos protagonistas, leales y patéticos, con muchos problemas y diversas heridas de guerra. Junto a ellos Ryley Keough, Seth Macfarlane, Katie Holmes, Katherine Waterston, Brian Gleeson, Sebastian Stan, Hilary Swank o hasta LeAnn Rimes. Pero el rey de la función es Daniel Craig, con un personaje que es la antítesis de su James Bond y que roba la función en cada plano. Y eso que el resto del reparto es magnífico. Pero el humor y la energía que aporta Craig es insuperable. Sin él la película no sería tan buena. Aunque el resto funcionase.
Soderbergh sabe imprimir un ritmo sensacional a la historia, que se toma su tiempo presentando a los personajes, pero que a la hora de proyección ya tiene en marcha el brillante robo y sus consecuencias. Y mucho humor. A veces irreverente o negro (Adam Driver, sin ir más lejos) otras autorreferencial y otras aprovechando la cultura popular (la cárcel, un motín y Juego de Tronos. La escena más divertida del año). Es cierto que hay actores cuya presencia no pasa del cameo, como Swank, Waterston o Stan, y que la trama romántica está metida con calzador, pero el camino es tan divertido y logra embaucarnos con tanta gracia, que no podemos hacer otra cosa que no sea quitarnos el sombrero y disfrutar del viaje, que merece mucho la pena.
Miguel Juan Payán
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