Crítica de Lightyear
Crítica de la película Lightyear
Buen ritmo y entretenimiento garantizado sin llegar a lo mejor de Pixar.
Vaya por delante que Lightyear es un verdadero espectáculo para toda la familia, divertido y muy disfrutable, que está bien defendido en todo lo referido a su brillante despliegue visual, como suele ser habitual en las producciones Pixar, y que también está muy bien defendido por sus actores en las voces de los personajes. Yo no he echado de menos la voz de Tim Allen porque para empezar no pintaba nada en este proyecto y el trabajo de Chris Evans se sobradamente competente. Pero por otro lado Lightyear lucha contra demasiados obstáculos para alcanzar las cotas de las mejores películas de Pixar.
El primer problema es que su guion ha elegido jugar sobre seguro, viajar en perfil bajo, no desarrollar más que lo imprescindible de historia, conflicto y personajes, siendo anécdota argumental ligera para poder sacar adelante un espectáculo en el que el despliegue técnico y visual vuelve a ser una escuela de cine de animación, pero donde narrativamente todo está puesto allí para garantizar un ritmo trepidante de espectáculo de acción y aventuras muy divertido, imparable, pero sin contraste de alternativa dramática.
Todo es acción, y en el guion se queda lejos de ir más allá de la mera anécdota para darle al personaje de la saga de Toy Story un conflicto más sólido y complejo capaz de elevarlo a la galería de antihéroes del nivel de los mejores logros de Pixar en el cine.
El segundo problema está también relacionado con el guion en tanto que plantea su mensaje de una manera un tanto obvia: su tema es un choque entre el ayer y el hoy en cuyo epicentro está el personaje de Buzz Lighgtyear, con una fácil lectura del pulso entre las fuerzas de la renovación y progresía contra las fuerzas de la reacción y la nostalgia representadas por el antagonista. En ese tema creo que cae en la trampa de repartir de manera un tanto maniquea las pegatinas de buenos y malos, de lo aceptado y lo no aceptado, forzando la mano hasta un punto en el que acaba por l perjudicar a la propia construcción de su villano, que es uno de los puntos débiles de la película, careciendo el mismo de la complejidad, solidez y motivación que necesita, más allá de su papel como caricatura o guiño del personaje de Darth Vader en Star Wars.
Por otra parte, aunque muchos aplauden la contribución del gato, que ciertamente es uno de los aciertos incuestionables de la película, no es menos cierto que dicho personaje, como algunos otros, no acaba de romper la barrera de su presentación más esquemática para adquirir el peso de humor propicio a la reflexión que brilla en otros personajes de películas de Pixar.
El tercer obstáculo es relativamente ajeno a la película y corre más por cuenta de los espectadores: son las comparaciones con sus antecedentes -es un spinoff de la serie de películas de Toy Story-, que eran inevitables y debían estar asumidas por sus creadores, pero que son difíciles de controlar, como difícil es controlar lo que cada espectador espera individualmente de la película en coincidencia con sus particulares preferencias. Creo que aquí Lightyear tiene el valor de arriesgarse a no jugar la carta fácil de la colección de guiños a las películas previas de Toy Story y la aplaudo por haberse atrevido a buscar su propio camino y su propia personalidad sin tirar de muletas y mirar al pasado, lo cual por otra parte habría chocado frontalmente en contradicción con su propio tema central y el mensaje de aceptación o adaptación de lo nuevo frente a lo viejo o tradicional que quiere transmitir a sus espectadores.
Miguel Juan Payán
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