Atrayente trabajo del debutante Naji Abu Nowar, quien cuenta la odisea experimentada por un niño en el desierto jordano, asediado por un grupo de asesinos y con constantes peligros a su alrededor.
Un cierto aroma a western, quemado por las altas temperaturas de Oriente Medio, parece prender en la gestación de los fotogramas que componen esta singular obra de efectos casi hipnóticos. Como si fuera una venganza en Nevada, la historia de Lobo relata el aprendizaje de un crío para convertirse en hombre, a través del uso de la pólvora y de las balas de una pistola.
Inspirado por la interpretación desnuda y objetiva del joven Jacir Eid en la piel del protagonista, Naji Abu Nowar elabora una fábula donde el sentido de la supervivencia es el principal elemento, el cual explica el comportamiento extremo del pequeño hermano de Hussein Salameh. Un ingrediente dramático que queda inmejorablemente expuesto en medio de los paisajes desangelados en los que está rodado el filme.
Sin embargo, resulta sorprendente la aparente simplificación de las relaciones que mantienen los escasos tipos que pueblan el metraje de la movie. Un marco en el que quedan excluidos los odios entre etnias y las facciones extremistas y radicales, que suelen ser caldo de cultivo en otros títulos de factura más mediática.
La obra de Nowar juega en una liga distinta a la habitual, y muestra un escenario de confraternización al comienzo del filme, que choca un poco con la idea más extendida sobre el carácter combativo de los beduinos. Para ello, el cineasta sitúa la acción en el desierto de Wadi Rum, en 1916. En ese año de plena Primera Guerra Mundial, Lobo y su hermano Hussein únicamente se preocupan por mantener en buen estado los pozos que hay en sus dominios familiares, de los que extraen agua para el ganado y los camellos. Mientras, en las tierras más alejadas de su asentamiento, el ferrocarril estira sus raíles de civilización, por las hostiles zonas de los que quieren seguir practicando los viajes con caravanas y guías.
Sumidos en esa contradicción entre el apego al pasado y la llegada de un futuro desalentador, Lobo y su hermano verán su rutina herida mortalmente, ante la llegada al campamento de un militar británico, el cual desea alcanzar un pozo excavado en un lugar altamente peligroso. Este viaje marcará la existencia del joven héroe, quien deberá enfrentarse a la muerte tras el asesinato de su brother a manos de un beduino, quien posteriormente ayudará al niño a regresar a su casa.
Nowar construye semejante rompecabezas moral con una economicidad de recursos realmente sorprendente. Cinco actores y planos eternos de horizontes encendidos por el Sol son los únicos soportes que el cineasta necesita para montar la película, huyendo de cualquier conocimiento ajeno a los datos que manejan los personajes que aparecen en el filme. De esta manera, el director acierta al no preocuparse demasiado en establecer la correlación geográfica e histórica del momento en que transcurre el argumento; y solo enfatiza los puntos que le sirven para incorporarlos al libreto.
Lástima que, en esa obsesión por no dar información adicional, el creador también prescinda de algunas líneas esenciales respecto al papel del bandido protector, el cual queda suspendido en un mar de contradicciones poco determinantes.
Jesús Martín
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