Julie Delpy se pone delante y detrรกs de las cรกmaras para contar esta comedia de enredos familiares, con ciertas dosis de sainete generacional y algo de egocentrismo bienintencionado.
Los aรฑos han hecho que Julie Delpy afronte su madurez con la ironรญa de un espรญritu altamente intelectualizado, como afectado por la bohemia artรญstica en la que ha crecido. Pese a su aspecto, la hija de los tambiรฉn actores Albert Delpy y Marie Pillet es una mujer de fragilidad engaรฑosa tras su melena rubia y su marmรณrea epidermis; ya que en sus actitudes revela una naturaleza irรณnica e intimidatoria.
Por lo menos, asรญ lo deja entrever en las pelรญculas que componen su carrera como directora y guionista, dentro de la que Lolo no es una excepciรณn a la norma.
La chica de Blanco construye para ella un personaje a medida: el de una profesional de la moda llamada Violette, la cual desea encontrar al hombre perfecto a sus cuarenta y cinco tacos, con el que compartir el resto de su existencia. Tan solo hay un problema: Lolo, el hijo de diecinueve primaveras de la protagonista.
A modo de thriller humorรญstico sobre un individuo con un complejo de Edipo casi tan agigantado como el de Norman Bates en Psicosis, la pelรญcula agradece la ligereza con la que estรก narrada, sin meterse muy de lleno en las paradojas vivenciales de los seres que pueblan el metraje.
De esta manera, todo en el filme parece tocado por la varita de la simpleza argumental, y ahรญ residen las mayores virtudes de esta obra ejecutada con eficacia por Delpy. Aunque, en esa apuesta por la artificialidad en pos de provocar la carcajada gratuita o la media sonrisa, la creadora francesa olvida elaborar situaciones realmente graciosas y diรกlogos especialmente verosรญmiles.
Nada en Lolo parece surgido de la improvisaciรณn y la naturalidad, y el contraste entre los diferentes mundos en los que se mueven Violette y Jean-Renรฉ estรก orquestado con una sensaciรณn de cansancio descriptivo; como dibujado a travรฉs de estereotipos, prestados de las publicaciones destinadas a las amantes de las pasarelas y del corazรณn de los famosos.
Dentro de semejante decorado, Julie incide con voluntad delatora en la vacuidad y petulancia que exhibe habitualmente el campo de la alta costura. Y lo ilustra con una serie de personajes vacรญos y egocรฉntricos, ubicados en escenas tan insustanciales como la de la fiesta en la estaciรณn de metro abandonada.
Pero esa sensaciรณn, de hallarse ante un producto ajeno a las emociones desbocadas, no se evapora cuando Violette y Jean-Renรฉ estรกn juntos en la soledad de la alcoba o en las estrecheces del apartamento de รฉste, sino que persiste hasta los tรญtulos de crรฉdito.
Tal frialdad, impostada por el libreto, obliga a JD a descansar el peso argumental en los numerosos planes del relamido y mimado Lolo, para acabar con la presencia de Jean-Renรฉ. Retorcidos pensamientos que componen los momentos mรกs interesantes de la movie.
Ante tal desbarajuste dramรกtico, Dany Boon, Vincent Lacoste y la propia Delpy se muestran incรณmodos en el esqueleto de unos roles que adolecen de entidades reconocibles y definidas.
Jesรบs Martรญn
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