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viernes, septiembre 20, 2024
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Marea Letal **

Marea Letal **


Marea letal, vehรญculo para el lucimiento de Halle Berry y su pareja, Olivier Martรญnez con tiburones como actores secundarios.

Habrรญa sido interesante ver una especie de reediciรณn de las pelรญculas de aventuras centradas en un grupo de compaรฑeros dedicados a una actividad de riesgo tal y como la explotรณ Howard Hawks y protagonizada por una fรฉmina. Pero le falta la รฉpica del cine de aventuras de Howard Hawks. Es mรกs bien como la serie Nikita en la segunda parte del Tiburรณn de Spielberg. Y no porque lo protagonice una mujer. No se trata de que sea una mujer, no soy tan bobo, sino del tipo de mujer que nos presenta. Afortunadamente el universo femenino es mucho mรกs rico y complejo que el que puede aportarnos una revista de modas o una publicaciรณn de relatos para leer en una peluquerรญa de seรฑoras.

Estรก bien servida de paisajismo. Incluso en exceso. Se les va la mano. Un ejemplo es el plano de los delfines bajo el agua, que sobra tanto como el del vรณmito del adolescente visto desde el fondo del mar… Nos sacan de la coherencia del relato. En ese momento no hay personajes bajo el agua. Ese alarde es un buen ejemplo de cรณmo la pelรญcula se ha concebido mรกs como un despliegue visual impactante para envolver a la estrella, Halle Berry, que como un verdadero relato de aventuras.

El principal problema es que ha sido concebida para el lucimiento de su protagonista femenina y para que pueda compartir la experiencia con su marido en la vida real, y ese tipo de alianzas en las que la realidad y lo privado entran en la fรณrmula, no suelen salir bien. Salieron bien sรณlo en dos ocasiones en la historia del cine, la primera con Humphrey Bogart y Lauren Bacall, donde la pareja se forjรณ durante el rodaje de su primer largometraje juntos y luego la relaciรณn sentimental de ambos fue explotada promocionalmente pero siempre contando con el respaldo de directores, tramas y guiones con personalidad propia que estaba mรกs allรก de la anรฉcdota de las relaciones entre los dos protagonistas. Ocurre lo mismo en el segundo caso: Spencer Tracy y Katharine Hepburn, igualmente envueltos en una propuesta madura, interesante, totalmente ajena y claramente superior a la reuniรณn de la pareja ante las cรกmaras. El problema en este caso es que ademรกs no es fรกcil creerse a los personajes. Resultan falsos en sus alegrรญas y muestras de amistad que suenan a exigencias del guiรณn. En cuanto a la pareja protagonista, su relaciรณn en la vida real no es suficiente para construir una buena y sรณlida relaciรณn en la ficciรณn. Las cosas no son tan fรกciles. Para empezar, reflejar lo mejor de estar en pareja en el cine es notablemente difรญcil, precisamente porque, tal como afirma la protagonista de la pelรญcula voz en off al principio de Marea letal, lo que realmente importa son las pequeรฑas cosas, los pequeรฑos gestos cotidianos, eso que tan bien nos transmitiรณ, por poner un ejemplo, Mike Figgis en la relaciรณn entre Sera y Ben en Leaving Las Vegas, haciendo de las miradas de Elizabeth Shue el andamio sobre el que edificar una sรณlida recreaciรณn sentimental en la pantalla, o lo que consiguiรณ Roberto Rossellini con Ingrid Bergman y George Sanders en Te querrรฉ siempre. Y eso estรก totalmente ajeno a lo que vemos entre los personajes de Berry y Martรญnez en Marea letal, que ni siquiera consigue reproducir una sรณlida fรกbula idealizada del amor como la que nos sirviรณ en bandeja sacรกndole todo el jugo a la guerra de sexos John Huston en La Reina de รfrica con el muy improbable emparejamiento de Bogart y Hepburn.

En el caso de Berry y Olivier Martรญnez la propuesta estรก supeditada y sometida al lucimiento de la actriz y a la anรฉcdota de que estรฉ ante las cรกmaras junto a su marido. Buen ejemplo de que el argumento es un pretexto con escasa personalidad es que la presentaciรณn de la trama ocupa casi 50 minutos. La mitad de la pelรญcula. Es una mala gestiรณn del tiempo. Volviendo al modelo de Howard Hawks le habrรญa venido muy bien reducir el metraje de ese planteamiento para darle mejor ritmo y dinamismo a la historia.

En lo referido a las secuencias submarinas, son estรฉticamente muy bellas y funcionan en clave documental, como en ese plano del ataque del tiburรณn a la foca suicida, pero en el momento de integrarse en la construcciรณn de la intriga de ficciรณn carecen del poder inquietante de los ataques del tiburรณn por ejemplo en Open Water (Chris Ketis, 2003).

Si te gustan los tiburones en el cine, ahรญ va un trรญo para ver: Tiburรณn (Steven Spielberg, 1975), la mรกs grande e imprescindible, luego totalmente distinta y en clave mรกs gamberra con toques de cine de catรกstrofe Deep Blue Sea (Renny Harlin, 1999), tan descerebrada y entretenida como Serpientes en el aviรณn, y para una intriga estilo Hitchcock sustituyendo asesino psicรณpata por un escualo, una muy buena, Open Water (Chris Kentis, 2003).

Miguel Juan Payรกn

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