Entretenido trabajo de reactivación de la serie original de televisión.
Me ha gustado más que la película de Caballeros del Zodíaco, entre otras cosas porque mide mejor su ritmo, es más corta, no prolonga innecesariamente la acción, como suele ocurrir habitualmente con el abuso de algunas series y largometrajes de anime, y además consigue hacer un buen homenaje a las características esenciales de la serie de la que parte, lo que sin duda despertará el aprecio de los seguidores de la misma, por la vía de la nostalgia.
Así pues me convence el regreso de Koji Kabuto y su Mazinger Z original, ya que, con todos mis respetos para los seguidores de las continuaciones y sobrexplotación a que ha sido sometido ese personaje con variantes, así como sus múltiples intentos de emulación en otros países, incluido Corea, sólo puede inspirarme el lema: “rechace imitaciones”. Afortunadamente es evidente que en este largometraje los propios gestores del mismo tenían claro que la clave de todo debía ser el retorno de personajes y características definitorias de la serie original, lo cual aplaudo. Pienso que la película sirve bien como homenaje y reactivación de las fábulas de robots gigantes del maestro Go Nagai.
Creo que han sabido sacarle suficiente jugo, el justo y necesario, sin extenderse, a la pincelada argumental del madurez de Koji y otros personajes de la franquicia. No se requiere más. Tampoco se pasan con las babas románticas innecesarias. Lo mínimo y sin frenar lo que realmente hemos ido a ver, esto es: leña al mono, que es de goma. Ya desde el principio, desde los cinco primeros minutos, queda claro de qué va la cosa: los Brutos Mecánicos (ahora les llaman Bestias Mecánicas, pero para quienes vimos Mazinger de chavales son Brutos Mecánicos, punto final) del Doctor Infierno dándole la suya y la del pulpo al Mazinger suplente y haciendo destrozos como sólo pueden verse en un anime japonés absolutamente descerebrado. No nos engañemos: es eso lo que queremos ver. Leña al mono, que es de goma. Punto. A ver si ahora nos vamos a poner exquisitos y pedirle a una película de animación de robots gigantes que nos recite poesía renacentista.
Además me parece que han conseguido el objetivo de mezclar las claves de la animación clásica con algunos toques más modernillos que vienen bien para algunas secuencias de acción y desparrame generalizado en digital que permiten a los robots lucirse más y mejor en pantalla grande.
Creo que también es un punto a favor el personaje del sistema operativo humanizado que incorpora una subtrama que permite sacar partido a la propuesta de viajes en el tiempo o realidades paralelas, sirviendo como motor añadido a la intriga en el tercer acto de esta, insisto, película muy bien medida de tiempo. No se pasa ni un minuto. Cuenta lo que tiene que contar y ya. Y además incorpora bien en la trama a los personajes imprescindibles que rodean a Kabuto, incluyendo el contrapunto humorístico habitual en la serie televisiva, que hoy resulta infantil, pero se mantiene fiel a la naturaleza original de la serie en que se basa.
Lo que menos me convence es que no le hayan sacado más partido al antagonista mecánico de Mazinger, del que no hablaré para no hacer spoiler, pero que pienso tiene mucho más recorrido con el tema del fin del mundo. En ese sentido, y sobre todo en su desenlace, es cierto que se observa cierta inclinación o naturaleza del largometraje a ser una especie de versión alargada de un capítulo de televisión. Pero prefiero eso a que me den la brasa alargando secuencias de combate innecesariamente.
Miguel Juan Payán
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