Crítica de Modelo 77
Crítica de la película Modelo 77
Alberto Rodríguez vuelve a darnos una de las películas del año, simplemente impecable.
No es sencillo acertar tantas veces, pero en el caso de algunos directores españoles, sus últimos trabajos son una sucesión de maravillosas películas que demuestran que nuestro cine está en un momento maravilloso. Pasa con Rodrigo Sorogoyen, pasa con Enrique Urbizu, y pasa con Alberto Rodríguez, cuyos últimos trabajos incluyen La Isla Mínima, Grupo 7, El hombre de las mil caras, la serie La Peste y ahora, Modelo 77. Eso sí, no olvidemos elogiar el talento del maravilloso guionista colaborador habitual del cineasta, Rafael Cobos, junto al cual nos ha entregado sus mejores trabajos. Modelo 77 es sin duda una pequeña maravilla cinematográfica, a caballo entre el relato histórico, el thriller y el drama carcelario. Una película de una personalidad arrolladora.
Un joven es encarcelado en mitad de la transición por lo que él cree es un crimen de poca monta, aunque pronto descubre que va a pasar mucho más tiempo del esperado a la sombra. Con el cambio en la política, la sociedad y las leyes, todos piensan que la vida puede cambiar para ellos, incluso dentro de la prisión, porque la democracia puede traer vientos de cambio que al menos hagan más humanas las condiciones de los presos. Aunque una vez cruzas las puertas de la prisión, todo se detiene. Nada es como pensábamos, así que los presos deciden tomar cartas en el asunto y tratar de cambiar todo desde dentro.
Miguel Herrán se enfrenta al papel de su carrera, hasta la fecha, y sale vencedor con creces. El joven actor, a quien conocemos todos por La Casa de papel entre muchas otras, tiene aquí una oportunidad maravillosa de demostrar su auténtico potencial y sale ganador, de largo, manteniendo el tipo y brillando junto a un Javier Gutiérrez de otro planeta. Su química es portentosa y debe serlo porque Modelo 77 es una película sobre la libertad, lo que nos hace humanos y lo que nos deshumaniza, pero sobre todo sobre la lealtad. Si a eso sumamos a un Fernando Tejero que está sublime, o la participación de nombres a destacar como Jesús Carroza, Catalina Sopelana o Alfonso Lara… el resultado es uno de esos repartos donde todo, absolutamente todo, sale bien.
Rodríguez vuelve a deslumbrar con su poderío visual, desde la narración en las galerías de la prisión a cuando la película debe lanzarse al cuerpo a cuerpo y mostrar cómo son las relaciones de estos personajes dentro de sus celdas. La película es un portento visual, pese a su contención y a la temática que trata. NO intenta ser rocambolesca, ni excesiva, ni exagerada… Solo quiere narrar su historia y lo hace con él guión también, donde los personajes son descritos a las mil maravillas (Gutiérrez presentándose en la celda, Herrán en los vis a vis, Tejero entrando en el taller…) y la historia se lleva con un ritmo ejemplar que no decae ni un solo instante en sus dos horas de metraje. Sin duda alguna una de las mejores películas del año.
Jesús Usero
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