Crítica de la película Múltiple de M. Night Shyamalan
Shyamalan regresa por la puerta grande. Al género que le hizo más que popular, el terror o algo similar, con gotas de cine fantástico y con personalidad propia, algo que había perdido en las últimas superproducciones que había dirigido y que no llegaba a funcionar en varias películas antes de ellas, pero que aquí, mejorando los resultados de La Visita, vuelve a brillar con fuerza, dejando claro que ha vuelto y esperemos que para quedarse. Pero sobre todo ha vuelto para sorprender al espectador y dejarle sin palabras tras las poco menos de dos horas de metraje que tiene Múltiple, que incluye una escena justo al acabar la película cuya sola presencia ya hace más que merecido el precio de la entrada, pero que esperamos que nadie destripe a los espectadores. Sería una pena.
La película se centra en tres chicas secuestradas por un tipo con personalidad múltiple, hasta 23 personalidades, que alberga en su mente, y que espera la llegada de la 24ª personalidad a la que llaman la Bestia. Las chicas intentarán convencer a alguna de las personalidades de que las ayude a escapar mientras el sujeto es tratado por una psiquiatra algo particular. Una historia así se centra en dos factores básicos. Un guión que sorprenda al espectador y un reparto que haga creíbles los personajes, sobre todo en el caso de James McAvoy, que es quien tiene que multiplicarse en la película y dar vida hasta a nueve de las personalidades de su personaje. Nueve papeles en uno, todos distintos, todos peculiares…
No está mal acompañado por Anya Taylor-Joy, la joven revelación de La Bruja, que sabe mantener el tipo frente al despliegue histriónico (como requiere un personaje así) de su compañero, sobre todo porque su propio personaje esconde secretos que son descubiertos a lo largo de flashbacks. Y Betty Buckley como ese doctora que no termina de entender lo que sucede a su alrededor, aunque tenga las pistas delante de su cara. Eso hace crecer el suspense, la tensión y el terror (no por sustos, sino por la vivencia y lo terrible del monstruo que puede albergar McAvoy) a lo largo de un relato muy bien estructurado y construido para llevarnos a una brillante sorpresa final, como en las mejores películas de Shyamalan.
Que nadie os lo cuente, evitad todo spoiler, porque lo que eleva la película a muy buena, es la escena final, la sorpresa que hace que todo encaje por completo, y que borra un elemento que parecía disonante durante el relato. La escena final es lo que hace que de tres pasemos a cuatro estrellas. De un sólido thriller de suspense, de una película que tiene un par de bajones de ritmo, pasamos a algo más, memorable, gracias a esa sorpresa final brillantemente orquestada. Una película que nos devuelve lo mejor del director, con su excelente puesta en escena, su elegante narración y mucho pulso, pese a ese ritmo a veces irregular, que termina una tarta que estaba bien, con la guinda perfecta. De las mejores películas de su carrera y esperando que lleguen más como ésta.
Jesús Usero
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