Crítica de No te preocupes, querida
Crítica de la película No te preocupes, querida
Interesante propuesta con un gran reparto, que se desinfla en su tramo final.
Es una lástima que una película como ésta, la segunda película como directora de Olivia Wilde que se está destapando como una cineasta a tener muy en cuenta, llegue envuelta en una polémica en la que, al final, lo que muchos han sacado en claro es que, si no existiese la misma, la película no llamaría la atención. Un producto relativamente cuidado y distinto a lo que vemos en cartelera en estos días, que apuesta por el cine de género y que nos invita a resolver junto a la protagonista un puzle mezcla de muchas cosas. Aunque si decimos alguna puede que destapemos la sorpresa (que no es tanta) demasiado pronto. Sí podemos decir que hay referencias a Las mujeres de Stepford, y que a veces recuerda a una película de M. Night Shyamalan.
La premisa es curiosa como poco, una comunidad en medio del desierto en los años cincuenta en Norteamérica, donde viven un grupo de elegidos, por así decirlo, trabajando para la corporación Victoria. Mientras los maridos pasan el día en un laboratorio secreto, las mujeres cuidan del hogar y los niños del idílico sitio, del que, eso sí, por seguridad no se puede salir. Una de esas esposas empezará a tener pesadillas y alucinaciones que le hacen pensar que no todo es lo que parece y que en la idílica comunidad hay un secreto terrible que nadie quiere desvelar. Ese es el juego para el espectador, alcanzar junto a la protagonista una resolución satisfactoria.
Y qué protagonista encontramos. Florence Pugh demuestra una vez más que es una de las mejores actrices de su generación, y su simple presencia nos hace navegar con rumbo y acierto entre los rincones menos apetecibles de la película. Harry Styles cumple, como lo hace Olivia Wilde, pero son Chris Pine y Gemma Chan quienes mejor se lo pasan con sus personajes. Bien dirigidos por Wilde, quien aporta elementos de mucha elegancia narrativa, con escenas verdaderamente inquietantes (la bañera, el cristal…) bien resueltas, con un cuidado diseño de producción, una fotografía estupenda y algunos momentos de excelente cine. Quizá sea algo reiterativa en algunas ideas visuales, lo que reduce la sorpresa y, sobre todo, hace que no sea nada sutil en el relato.
Su problema viene, principalmente, en su tercer acto, cuando se levanta el telón y todas las piezas caen, supuestamente en su lugar. A partir de ese momento las piezas caen, sí, pero en cualquier lugar. El final no es terrible, pero sí algo insatisfactorio. Como si todo el viaje no hubiese llevado donde debería. No es que la resolución no encaje del todo, es que deja demasiadas tramas abiertas, demasiados momentos inverosímiles en el propio mundo que ha planteado, y demasiados personajes perdidos. El guión necesitaba una vuelta de tuerca más. El resultado final no es el descarrilamiento que muchos pensaban, ni la obra maestra que otros soñaban. Es una buena película, sustentada en una prometedora hora y media inicial y un fantástico reparto, y que se diluyen en su efectista final. Pero es lo suficientemente interesante para que queramos más películas de Wilde.
Jesús Usero
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