Interesante fábula de horror con el sello de calidad de Guillermo del Toro. Aunque en esta ocasión no se ha colocado detrás de las cámaras a rodar, sino que ha producido y escrito esta curiosa película que intenta evitar los tópicos y lugares más comunes del género con bastante acierto, pero que falla a la hora de aprovechar algunos de los detalles más interesantes e insanos de la historia que se plantea en su inicio. Tiene, ante todo, ecos del cine de del Toro, aunque en esta ocasión el firmante de la película sea un más que correcto Troy Nixey, en la que es su primera película.
La cinta gira en torno a varios temas e ideas recurrentes en la filmografía de del Toro, con una joven pareja y la hija de él, viviendo en una casa para reformarla, una casa que esconde un terrible secreto en el oculto sótano, en forma de terribles criaturas aficionadas a los dientes humanos. Una versión macabra del ratoncito Pérez, que ya había aparecido en Hellboy 2 y que aquí cobra protagonismo, en una trama sobre padres e hijos, bien servida y bien dosificada tanto en tiempo como en ritmo, con el buen hacer de Katie Holmes y Guy Pearce, pero sobre todo de una niña, Bailee Madison, que es un portento. No sólo en su interpretación, sino en hacer natural lo que en muchos otros queda artificial. Es una niña de verdad, no un niño que habla como si tuviera 40 años.
Continuamente durante la proyección me acordaba de otra película con ciertos parecidos en la temática pero algo superior en el cómputo global, como es Intruders. Niños con pesadillas nocturnas, monstruos que atacan al apagar las luces, padres que no saben cómo ayudar a sus hijos… Y si por algo era definitivamente mejor Intruders (más suspense, ésta es más cine de terror), es por sus imágenes. En esta película Nixey parece querer imitar a Guillermo del Toro, y el universo del director mejicano es tan personal y único, que sólo quedan retazos. En lugar de encontrar su propio mundo visual, se queda en imitación, lo que le resta méritos.
Y eso que el inicio es devastador, de esos que marcan y hacen que un escalofrío te recorra el cuerpo (unas escaleras, un mazo, un cincel… no digo más). Pero luego visualmente no es capaz de separarse del trabajo de su mentor. Eso se nota. Además la premisa de los dientes, tan macabra y con tanta potencia, no llega a explotarse nunca, convirtiéndose las criaturas en duendecillos asesinos, vistos ya mil veces, no en lo psicópatas enfermizos que promete el inicio. Una pena, porque eso hubiese convertido la película en algo… muy superior.
Pero lo que queda es esta muestra de cine de horror bien servida y bien narrada, inquietante y con la suficiente mala baba como para que cualquiera pueda apreciarla y disfrutarla, incluso temer un poquito más a la oscuridad. Si viene de la mano del genio del Toro, no puede ser mala.
Jesús Usero.
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