Nueva comedia gamberra que no acierta en su combinación de humor negro e intriga. La dupla de directores formada por John Francis Daley y Jonathan Goldstein son conocidos por dirigir la road movie cómica Vacaciones, pero no todo el mundo sabe que son las mentes detrás de los libretos de la duología Cómo acabar con tu jefe, Spider-Man: Homecoming o Lluvia de albóndigas 2, por poner un par de ejemplos. Con solo una película estimable de enredos cómicos (la primera parte de Cómo acabar con tu jefe fue poco menos que un hallazgo en un terreno tan baldío como el de la comedia americana), la llegada de Noche de juegos, con un planteamiento argumental curioso y un reparto más que interesante, hacía recuperar la esperanza en esos directores que en sus inicios parecían ser los alumnos aventajados de Judd Apatow y Todd Phillips. Daley y Goldstein están en el punto de mira de los aficionados al cine superhéroico tras ser elegidos para ocupar las sillas de dirección en The Flash, y el resultado de esta Noche de juegos no podría ser más preocupante.
Con un comienzo que intenta buscarle las cosquillas al The Game de David Fincher para provocar la carcajada, la película cuenta la historia de un grupo de amigos tan aficionados a los juegos de mesa que se ven inmersos en uno real y peligroso orquestado por el hermano millonario del protagonista. La química entre Jason Bateman y Rachel McAdams, actriz todoterreno que también entiende a la perfección los mecanismos de la comedia, es notoria; sin embargo, el carácter acelerado del relato al más puro estilo Cómo acabar sin tu jefe 2 o Noche loca, que quiere tapar la ausencia de gags memorables con la sensación de que pasan muchas cosas en pantalla, no termina de explotar su potencial cómico y su relación en clave screwball comedy. Dicho de otra forma, son menos gamberros de lo que parecen y la resolución tira de topicazo romántico.
Tres de los cuatro gags elaborados de la película ya están en el tráiler (la escena del disparo, la del perro y la persecución en el aeropuerto) y lo único que queda es una película que en lugar de buscar el humor a partir de los giros de guion, que llegan de forma atropellada al final del segundo acto, y la situación tan rocambolesca que se les presenta a este grupo de amigos acomodados, lo hace por la vía de las referencias. Los chistes sobre la cultura popular terminan cansando por acumulación y solo buscan la sonrisa cómplice del espectador en vez de esforzarse en ser verdaderamente incisivos. El homenaje a El club de la lucha o el comentario sobre las manos de Uma Thurman eran el camino a seguir, pero no tienen la agudeza de Deadpool. El resultado es que desperdician el potencial humorístico de personajes como el interpretado por el actor de New Girl Lamorne Morris, atrapado en una subtrama de infidelidad romántica trufada de referencias a Denzel Washington (un cameo del actor habría animado el asunto), y a Billy Magnussen, con un papel de colega poco espabilado y mujeriego al que se le podría haber sacado más jugo. Ni siquiera los cameos sorpresas y el mal rollo y tensión humorística que nacen del personaje de Jesse Plemons logran salvarla.
Curiosamente en cuanto a dirección y puesta en escena tiene cosas destacables, como un match cut en el prólogo con los protagonistas y los dados, un plano secuencia que es puro videojuego, la dirección de las persecuciones con la cámara fija a merced del movimiento del coche y varias transiciones que se sirven de maquetas para convertir la realidad en un tablero por el que se mueven los protagonistas como si de fichas se trataran. Por muy llamativo que sea su aspecto formal, la sensación que deja la película es la de una idea interesante pero desarrollada sin ningún ingenio. El final deja abierta la posibilidad de otra partida, pero falta saber cuántos espectadores están dispuestos a jugar de nuevo.
Alejandro Gómez
COMENTA CON TU CUENTA DE FACEBOOK
VENGADORES: LA GUERRA DEL INFINITO XXXXX