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sábado, julio 27, 2024
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Non-Stop (Sin escalas) ★★★★

Non-Stop (Sin escalas) ★★★★

Crítica de la película Non-Stop (Sin escalas).

Una gozada de intriga y acción con Liam Neeson dándolo todo. Muy divertida.

La película no es “otra entrega de aviones en peligro”. Es mejor que el 90 por ciento de las peripecias de este tipo y en mi opinión, por lo que se refiere a dirección, está mejor que algunas de las muestras más taquilleras de este tipo de producto de la era blockbuster, como por ejemplo Speed, a la que le da cien vueltas sin despeinarse.

Acierta primero en lo principal, que es la elección de protagonista. Ya he dicho en varias ocasiones en esta misma página que personalmente veo a Liam Neeson como digno heredero de los grandes del cine de intriga y acción de otras épocas. Tiene lo que siempre utilizaron las estrellas del cine clásico: empaque visual acompañado de talento como actor. Imposible encontrar mejor estrella del cine de acción en nuestros días. Ni más competente como actor. La película empieza  con un primer plano de Neeson y ya está todo dicho sobre el personaje con una sola mirada. No necesita más. Antes de empezar la proyección para prensa se me ocurrió preguntar a un compañero cuánto duraba la película y me contestaron: “Dos horas y pico, pero no importa, es Liam Neeson”.  Con esto ya está todo dicho. Lo suscribo. Además Jaume Collet Serra ha sabido darle a Neeson una variante perfecta del papel de héroe de acción que se complementa a la perfección con sus trabajos en la saga de Venganza. En las películas de Venganza el actor demuestra que puede repartir leña como el mejor y además sostiene un papel que es pura caricatura minimalista del héroe de acción y no se sostendría sin contar con Neeson como traductor de su hiperactiva naturaleza. Por otro lado en las películas con Collet-Serra, Sin identidad y Non-Stop (y confío en que también la próxima, Run All Night, porque estos dos tipos juntos proporcionan un brillante cine de evasión de calidad y me hacen pasar ratos muy buenos en el cine), Liam Neeson interpreta siempre personajes en el territorio comanche de la ambigüedad, son criaturas del cine de intriga, más que del cine de acción, que se mueven por la trama con felina desconfianza, manteniendo al espectador en la duda de si son protagonistas o antagonistas, sin son la solución o el problema, la salvación o la amenaza. En Non-Stop esa ambigüedad y esas dudas se mantienen durante todo el metraje, implicando desde el primer momento al espectador en el juego de pistas y gestos, de guiños y giros de guión, que en todo momento muestran respeto por el espectador como colaborador en la lectura de la trama. De ese modo nos mantienen alerta como un viajero más de ese avión en el que empiezan a producirse momentos inquietantes que se desarrollan paulatinamente para viajar por varios géneros dentro de la misma película, incorporando a la intriga la acción trepidante y las claves del cine de catástrofe con gran eficacia y enorme control visual por parte del director.

Pero es que además en esta otra forma de entender a Neeson como héroe del cine de acción, Collet-Serra le permite al actor exponer una gama de recursos mucho más compleja de la que pueden permitirse las muestras más planas de héroes de acción de nuestros días, sacando petróleo de la humanidad que es capaz de transmitir el actor a la hora de construir sus personajes. Antihéroe antes que héroe, con algunas trazas de antagonista, Neeson se impone con la máxima economía de medios, recursos interpretativos y gestos. Y así se hace cada vez más grande.

Dicho de otro modo: si en Sin identidad y las dos entregas de Venganza estaba enorme, en Non-Stop está aún mejor. Enorme. Nos devuelve las buenas vibraciones que transmitía el cine de acción y evasión cuando estaba interpretado por sus mejores artífices delante de las cámaras, esto es, los Gary Cooper, John Wayne, Kirk Douglas, Lee Marvin, Clint Eastwood… Y eso, tal como está servido el cine de acción y evasión de nuestros días, es oro puro para el disfrute del aficionado.

Pero es que además en Non-Stop, Neeson está respaldado por una de las mejores actrices de nuestros días, Julianne Moore. Y claro, como ustedes podrán comprender, no es lo mismo montar este tipo de trama de intriga con estos pesos pesados como protagonistas que intentar vendernos la misma burra con otras gentes de inferior competencia y talento como actores. Contando con este tipo de gente delante de la cámara y con un director que tiene las cosas clarísimas en cuanto a cómo manejar la cámara en las propuestas de intriga, a qué ritmo quiere que se desplace la trama y sobre todo que el primer plano es el rey a la hora de crear personajes y situaciones creíbles, aunque no se prive de sorprendernos con planos más generales y notables ejercicios de movimiento de cámara cuando la narración así lo requiere, está todo hecho para que la película funcione como producto de evasión con una calidad que supera de largo la media de propuestas de este tipo que nos llegan a la cartelera.

Lo más flojo le llega desde el punto de vista de guión y concretamente en la explicación de los motivos del villano. El guión funciona tan bien ocultando la identidad de éste y sometiéndonos al juego del ¿quién lo hizo? que cuando finalmente revela la solución, ésta no está a la altura del juego de intriga que ha mantenido hasta ese momento. Los motivos del villano son flojos, algo tópicos y no muy creíbles. Pero se lo perdonamos, porque eso ocurre casi al final de la película y además Neeson sigue ahí para mantener el tipo y darlo todo también en la parte más floja, el desenlace, más cercano a la acción catastrofista y trepidante con el tópico de niña incluido. Pero esa es la libra de carne de Collet-Serra y Neeson tienen que pagar a la industria del cine estadounidense para que aporte la inversión requerida para poner en marcha este tipo de producto, así que, insisto, se le puede perdonar. Además, no nos engañemos, eso es justo lo que están esperando la mayoría de los espectadores: final de fuegos artificiales, trepidación, peligro extremo, disparos y gritos. Esto es una montaña rusa, y como toda montaña rusa, tiene que enfrentarse a ese descenso hacia el abismo que los visitantes de la atracción exigen como guinda de la misma. Forma parte de las reglas del juego.

Lo bueno de la película es que no esquiva los tópicos, simplemente se adapta a los mismos con gran astucia y flexibilidad para darnos un rato de evasión bastante notable. Así que a los puristas y despistados ya les aviso que sus cuatro estrellas son el reconocimiento a su coherencia interna como espectáculo de evasión y les recuerdo que el cine del maestro del suspense, Alfred Hitchcock, era también tópico de narices… y el del amigo John Ford no digamos.

El pan y circo es lo que tiene: es muy tópico. Pero, ojo, no es lo mismo poner cuatro podencos flacos a perseguir cristianos asustados que un buen puñado de leones africanos desayunando mártires.

Miguel Juan Payán

©accioncine

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Miguel Juan Payán
Profesor de Historia del cine, Géneros cinematográficos y Literatura dramática

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