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viernes, marzo 29, 2024
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Nunca me abandones ***

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Curiosa propuesta de cine de ciencia ficción con trasfondo social, la que nos ofrece esta semana la taquilla con la película Nunca me Abandones, una de esas películas pequeñas, sin apenas efectos especiales (por no decir que no tiene ninguno), centradas en los personajes y en la historia que quiere contarnos, sin grandes alardes ni excesos, tratando con cuidado la historia para hablarnos de muchas cosas que tienen que ver con nosotros, con lo que nos hace humanos, uno de los grandes temas del cine de ciencia ficción de ayer y de hoy.

Siempre he defendido que este género era capaz de mostrarnos, en cine o televisión, algunas de las mejores reflexiones que podían darse sobre ciertos temas quizá más cercanos al drama, pero que cuando la ciencia ficción se pone en serio a ello, supera con creces cualquier drama, no sólo por ser entretenida, sino porque gracias a la metáfora, a las segundas lecturas, a la evocación y muchas veces a los mundos lejanos y desconocidos, se permite una mayor libertad a la hora de contar historias, una mayor sutileza e inteligencia y mucha menos carga de moralina. Quizá sea que los guionistas necesitan currárselo el doble en estas circunstancias para hablar de ciertos temas en un contexto completamente ajeno (en principio) al tema y que además se entienda lo que hace este tipo de cine plataforma perfecta para hablar del ser humano.

Ya sea en cine o en televisión, ojo. Galactica sigue siendo una de las mejores revisiones al mundo tras el 11 de Septiembre jamás vistas en una pantalla. Blade Runner sigue siendo un perfecto estudio de lo que nos hace ser humanos en realidad, mientras que cualquiera de las versiones de La Invasión de los Ladrones de Cuerpos (menos la de Nicole Kidman, me temo), tiene diferentes lecturas, pero permite repasar, por ejemplo, asuntos como el miedo a perder la humanidad, aquello que nos define como individuos. Y son sólo tres ejemplos. Ahora que está a punto de fallecer, recomiendo a cualquiera que repase esa joya que es Stargate Universe y se zambulla en sus personajes, situaciones y dobles lecturas. Un perfecto ejemplo de lo que estoy diciendo.

También es cierto que Nunca me Abandones tiene un presupuesto que debe de ser poco superior a cualquier episodio de cualquiera de las series antes mencionadas. Y es cierto que aquí el argumento de ciencia ficción sirve apenas como punto de partida para una historia pequeña, sobre sentimientos, que es lo que realmente acaba haciendo de ella una gran historia, su ausencia de grandilocuencia o de excesos en lo que quiere contarnos. No pretende contarnos más que el drama de tres personajes, lo que hace que su historia sea más universal.

El punto de partida es la clonación y el uso de dobles para mantenernos con vida más allá de lo normal, lo que nos ha llevado a criar a estos dobles como personas ajenas al mundo para poder emplearlos cuando llegue el momento de necesitarlo. Nuestra propia granja de miembros sanos en caso de enfermedad. Este mundo paralelo, tan similar y tan distinto al nuestro, es donde los tres personajes protagonistas, tres dobles criados para donar órganos, viven, crecen, se enamoran y mueren. Y la película aprovecha todo ello para crear un escalofriante relato sobre el ser humano y lo que nos da derecho a la vida.

No hay efectos especiales, como decía al principio, ni alardes de pirotecnia. Sólo una historia gris, dura, a veces cruel, a veces escalofriante por su frialdad, sobre esas tres personas a las que el mundo no ve (o mejor dicho, no quiere ver) como auténticos seres humanos, sino como animales de granja. La historia comienza en los 70 y a lo largo de tres décadas nos permite ver crecer y evolucionar a los tres personajes centrales, con un cariño y un mimo por ellos realmente único.

Vamos, que Nunca me Abandones es coger la historia de La Isla y quitarle toda la acción y los efectos especiales para contar una historia centrada en sus personajes, sus ilusiones, miedos, esperanzas, victorias y derrotas. Inevitables derrotas, porque la película crea una espiral que poco a poco te va absorbiendo y que lleva, de una u otra forma, a una gran y terrible derrota moral para el espectador. Un golpe en la boca del estómago en el que la esperanza reside en el nivel de credulidad que tengamos. En lo que sigamos creyendo en sueños y cuentos de hadas o la fría realidad.

Mark Romanek (Retratos de una Obsesión) y Alex Garland (guionista de 28 Días Después o Sunshine entre otras), componen un relato que convierte en terrorífico lo común, como esa escena en la que Keira Knightley aguarda en el umbral de la puerta para hablar con Carey Mulligan, como si fuese un asesino de una película de terror, y en trágico lo natural, haciendo que ciertas cosas (el mercadillo de cosas usadas en el colegio de los dobles, el viaje a la playa, la última donación de Knightley que resulta brutal, el desayuno en soledad de Carey Mulligan…) se conviertan en detalles brillantes y complejos, pese a su sencillo origen.

Y los actores, ejemplares, con Knightley y Andrew Garfield (qué gran actor hay detrás del nuevo Spiderman) guardando las espaldas a una contenida Carey Mulligan, auténtico motor y narradora de la historia, que acaba siendo simplemente sublime en su despedida de Garfield… Un grupo de jóvenes actores que ayudan a la credibilidad de la película de forma brillante.

No todo es alegría para el espectador. Que sea una historia de amor hace que sea un pelín moñas en muchos momentos, y algunos pasajes de la cinta de puro contemplativos hacen sufrir al ritmo de la película, por no decir que desaprovecha el humor que podía tener (la escena en el restaurante, por ejemplo). No es redonda. Pero es valiente y deja un poso en el espectador para meditar sobre la condición humana, el alma y cómo nos tratamos (ojo a la gente normal evitando a los dobles, quizá por miedo, quizá por no encariñarse con quienes van a morir, quizá por conciencia culpable). Sobre lo que somos capaces de hacer por alargar nuestra vida, a quién y cómo se la negamos. Sobre nuestras miserias y sobre el amor. Perfecta para pensar y sentirse un poco peor al acabar la proyección. Como debe ser un buen drama, de ciencia ficción o de cualquier otro género.

Jesús Usero

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