Crítica de la película Operación Anthropoid
Buena vuelta de tuerca al cine bélico de operaciones suicidas construida sobre actores más que sobre la acción.
Casualidades de la vida. Esta misma semana se estrena El infiltrado, otra película que comparte agallas y personalidad a la hora de proponer su aproximación a los géneros tradicionales del cine, reforzando el papel como fórmula de evasión de los mismos con unas detallistas construcciones sobre el desarrollo de los personajes y el trabajo de los actores que refuerza el conjunto de la película con mayor madurez y renuncia a la parafernalia más superficial y festivamente inocente de los mismos para llevarlos a un nivel de mayor madurez. Si El infiltrado hace eso con el cine policíaco de intriga en la lucha contra la droga, en Operación Anthropoid nos encontramos otro ejercicio similar pero aplicado al cine bélico, y más concretamente al que podemos ver en películas como Los héroes de Telemark (Anthony Mann, 1965), Operación Crossbow (Michael Anderson, 1965), pero donde aquellas trabajaran en clave épica y potenciando la acción, elaborando su discurso visual sobre los planos generales y las secuencias de acción, ésta otra película prefiere construir sobre los planos cercanos, planos medios y primeros planos, que dan toda la fuerza y el protagonismo al drama y el conflicto de los personajes sobre el despliegue de la acción trepidante. De ese modo tiene en común con El infiltrado su habilidad para construir una intriga creciente que reescribe el género en el que se mueve y las claves del mismo para buscar una implicación del espectador en la trama a través de una cierta relación de intimidad con los personajes principales. Resultado de ello es que la jaula en la que éstos están encerrados se cierra sobre nosotros como si formáramos parte de la propia historia que se nos cuenta desde el primer momento, cuando los dos protagonistas caen en el bosque y acaban en la cabaña donde comienza su odisea en territorio enemigo.
Tanto El infiltrado como Operación Anthropoid recuperan así géneros clásicos y básicos actualizándolos sobre nuevas bases de entendimiento con el espectador más propias de nuestro tiempo, y encuentran así una madurez para los mismos.
En Operación Anthropoid encontramos además el mismo juego de equilibrio de tensión entre lo cotidiano y lo anormal que puede apreciarse como mecanismo de refuerzo de la intriga en El infiltrado. En Operación Anthropoid las vidas diarias de los personajes implicados en la trama para asesinar al jerarca nazi y las situaciones anormales que propicia la propia guerra y la invasión alemana se dan la mano reforzando ese vínculo con los espectadores que en todo momento temen por el destino que espera a esos hombres y mujeres con los que comparte el camino argumental de la película. Consecuencia de ello es que los héroes y las heroínas pierden todo el halo mítico o épico para convertirse en personajes mucho más cercanos al público, bien liderados por un Cillian Murphy en cuya composición de personaje se aprecian ecos o rasgos de su personaje en la muy recomendable serie Peaky Blinders.
Miguel Juan Payán
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