Entretenido y competente biopic sobre el Rey Pelé, maestro del fútbol mundial.
Cualquier aficionado al cine y a las biografías cinematográficas conoce cuáles son los puntos más débiles de eso que denominamos “biopic”. El “biopic” no es sino otro modo de llamar a la explotación frecuentemente abusiva, melodramática y poco fiel a la realidad, de las peripecias vitales y hazañas profesionales de figuras famosas por una cosa u otra llevada a cabo por el cine comercial para fabricar una película-producto. Esa especie de apropiación indebida de la existencia de los famosos, que falsea cuando y cuanto le apetece los hechos reales y busca las claves emotivas más pedestres y superficiales para vestir con ellas a sus protagonistas, convertidos doblemente en personajes, la primera por su propia fama o popularidad y la segunda por ese segundo traje hecho a la medida del melodrama en el que les enfunda el cine, es normalmente un encuentro agridulce para el espectador, porque el retrato nace ya castrado en sus aspectos más interesantes por el empeño en revestir al protagonista con el uniforme del ejemplo a seguir.
A pesar de todos esos lastres, algunos “biopic” acaban siendo buenas películas. Y pienso que Pelé, el nacimiento de una leyenda, que indudablemente cohabita con algunas de esas características negativas, tiene el gran mérito de ser a pesar de todo ello una buena película. En ese sentido es un buen ejemplo a seguir para hacer un buen “biopic” sin fenecer víctima de todos los defectos de esta fórmula cinematográfica.
Su primer acierto: no pretender ser totalizadora respecto a la vida del personaje retratado. Por el contrario se centra en un momento concreto de su carrera y explica qué aporta Pelé al futbol brasileño, convirtiendo así la película en un relato que sigu la fórmula argumental de la historia de superación pero al mismo tiempo entrega al espectador un relato muy competente y dinámico con personajes interesantes y un tema central bien defendido por guión y actores: hay que aceptar la propia identidad cultural, honrar las propias raíces, en este caso que nos ocupa con todo lo que las mismas aportan al estilo de juego del fútbol brasileño. El intento de jugar “al estilo europeo” contra la necesidad de ser fieles a sí mismos, contra viento y marea, es un conflicto que resulta interesante no sólo para los aficionados al fútbol, sino en general para cualquier tipo de espectador.
El segundo acierto de la propuesta es saber vestir ese conflicto que acompaña a la figura de un Pelé juvenil y en formación en este viaje cinematográfico con un conjunto de personajes secundarios bien construidos, y con una serie de secuencias que explican muchas cosas de los mismos, otorgándoles sólidas claves dramáticas, con tan sólo unas pinceladas. Ejemplo de ello son los padres de Pelé, sobre todo ese padre con pasado truncado y presente resumido en un puñado de planos relacionados con su trabajo y con los bocetos de entrenamiento que comparte con su hijo. Esa relación padre-hijo que no lastra el conjunto del relato pero se convierte en columna vertebral del mismo ejemplifica por qué este “biopic” es tan sólido, tan entretenido, y se resuelve tan eficazmente como una buena película.
Miguel Juan Payán
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