PosesiĆ³n infernal, buen festival de sustos y terror al clĆ”sico estilo del primer Sam Raimi.
Sangrienta. Violenta. Inquietante. La PosesiĆ³n Infernal de Fede Ćlvarez es un muy digno remake de las pelĆculas originales de la saga de Sam Raimi, a las que rinde distintos homenajes a base de guiƱos durante el metraje de esta actualizaciĆ³n que ademĆ”s tiene su propia personalidad.
ĀæEn quĆ© consiste esa personalidad? Para empezar creo que cumple con el objetivo que se habĆan marcado, esto es: traer de vuelta al cine de terror la cualidad inquietante de las tramas tejidas para incomodar al espectador. Aunque sin duda serĆa una pelĆcula aplaudida y jaleada, seguramente con no pocas risas cĆ³mplices, en cualquier festival de pelĆculas de terror frecuentado por aficionados al tema, lo cierto es que algunas de sus secuencias son francamente impresionantes, sospecho que porque tienen detrĆ”s todo el desarrollo de efectos visuales clĆ”sicos, sin trucos por ordenador, lo cual transmite a los ojos del pĆŗblico una sensaciĆ³n de realismo incluso en las secuencias mĆ”s disparatadas. Las atrocidades visuales que se van desplegando en la pantalla tienen la cualidad de lo tangible que se pierde inevitablemente con el uso y abuso de los efectos por computadora. Dejando de lado su cualidad para impresionarnos mĆ”s o menos y su capacidad para hacernos saltar o no con los sustos que nos propone (esto ya es personal de cada cual, pero la pelĆcula consigue algunos momentos de intriga francamente turbadores, como la secuencia de prĆ³logo a la historia o el acercamiento del profesor al baƱo en cuyo interior se encuentra Olivia, por ejemplo), la nueva PosesiĆ³n infernal despliega con habilidad las mejores galas del trucaje basado en el maquillaje y el esfuerzo de equipo y actores convirtiĆ©ndose en un reencuentro con un cine de terror que llevĆ”bamos mucho tiempo sin ver en pantalla. Una colecciĆ³n de momentos gore que realmente son artesanĆa en su desarrollo y aƱaden una pĆ”tina de veracidad a la historia que se nos cuenta capaz incluso de sobrevivir a la visita a todos los tĆ³picos de un gĆ©nero en el que es inevitable visitar los lugares comunes porque es precisamente eso lo que espera el pĆŗblico. Teniendo esto en cuenta, es importante que los momentos de carnicerĆa y casquerĆa, los sangrientos planos de violencia totalmente gratuita que tanto hacen aplaudir y jalear a los fans en los festivales del cine de terror mĆ”s gamberro y desbaratado, estĆ©n servidos con todo el despliegue de la parafernalia mĆ”s tradicional del maquillaje.
En mi opiniĆ³n, lo que viene a demostrar esta nueva versiĆ³n de PosesiĆ³n infernal es algo que muchos venimos ya diciendo desde hace tiempo siempre que nos preguntan por el cine de terror: este tipo de historias necesitan el maquillaje y los efectos tradicionales. La materia prima de las pesadillas no de celuloide no estĆ” en los trucos visuales por ordenador, sino en el mismo sitio donde ha estado siempre, en el esforzado trabajo de los maquilladores, que han sido pieza clave del gĆ©nero desde los primeros tiempos del cine mudo. Quien lo dude debe repasar clĆ”sicos como el Frankenstein de Edison rodado en 1910, las joyas del expresionismo alemĆ”n El gabinete del Doctor Caligari de Wiene y Nosferatu de Murnau, las pelĆculas protagonizadas por Lon Chaney padre, Garras humanas, El fantasma de la Ć³pera, la versiĆ³n muda del Doctor Jekyll y Mr. Hyde protagonizada en 1920 por John Barrymore, o el maquillaje de Jack P. Pierce para El doctor Frankenstein, protagonizada en 1931 por Boris Karloff, una autĆ©ntica obra maestra. Eso por citar sĆ³lo algunos de los primeros hitos del maquillaje como socio inevitable del cine de terror. Lo mismo podrĆamos decir de los trucajes mĆ”s convencionales.
Fede Ćlvarez nos mete la inquietud en el cuerpo ademĆ”s invocando una serie de referentes infalibles que Ć©l mismo ha tenido como modelos o inspiraciones a la hora de desarrollar este proyecto y cuya probada eficacia en incomodar o asustar a los espectadores era la mejor garantĆa para poner en pie esta actualizaciĆ³n de PosesiĆ³n infernal. MĆ”s que inspirarse por la pelĆcula de Sam Raimi, que sirve como punto de partida, la pelĆcula tiene muy presente El exorcista, de William Friedkin por un lado, especialmente en todo lo referido al desarrollo del personaje de MĆa. AdemĆ”s tiene muy presente las aportaciones del terror asiĆ”tico, especialmente japonĆ©s y coreano, hasta el punto de que es imposible no pensar en algunos momentos particularmente siniestros del hentai, la vertiente erĆ³tica de los dibujos animados japoneses, el anime, en la secuencia de violaciĆ³n arborĆcola entre las ramas del bosque, por poner un ejemplo bastante obvio.
Junto a estos referentes, el guiĆ³n de la pelĆcula consigue esquivar la simplificaciĆ³n ingenua de la situaciĆ³n de partida que lleva a los personajes hasta la casa del bosque encontrando una base sĆ³lida sobre la que construir la ordalĆa de terror que se abate sobre los mismos. El motivo por el que estĆ”n allĆ hace esos personajes mucho mĆ”s creĆbles y mĆ”s interesantes para el pĆŗblico, algo esencial para no naufragar en un mar de tĆ³picos.
Cada secuencia refleja el esfuerzo de imponer el retorno del cine de terror de los ochenta, sus formas y estilos mĆ”s materiales frente a la etĆ©rea presencia de los efectos visuales por ordenador y los argumentos manidos, satĆricos y repetitivos de las tramas de jovencitos sacrificados por la amenaza de turno como para salir del paso. GonzĆ”lez y su equipo consiguen que, al contrario de lo que suele suceder en el cine de terror para adolescentes actual, nos interesen las vĆctimas mĆ”s que su ejecutor. Por primera vez en mucho tiempo, se restablece un protagonismo real de las vĆctimas que van a ser sacrificadas en la historia por encima del verdugo encargado de ejecutarles. Y de ese modo, la ceremonia del terror vuelve a envolver plenamente al espectador.
PosesiĆ³n infernal es un afortunado regreso a los moldes y caracterĆsticas que definen al cine de terror mĆ”s eficaz.
Un aviso final: hay que quedarse hasta el final de los crƩditos para ver un guiƱo final que sin duda harƔ las delicias de los incondicionales de la saga de Sam Raimi.
Miguel Juan PayƔn
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