Prisioneros, 150 minutos de tensiรณn e intriga muy bien construida. Excelente escuela de suspense.
Dura unas dos horas y media y el tiempo pasa volando, no te enteras. La intriga y la tensiรณn te absorben como a los personajes con una narraciรณn de ritmo impecable que transita por territorios que la acercan tanto a Mystic River como a Zodiac. Aรฑadan a eso algunos toques de Seven, pero sin dejarse llevar por el efectismo visual. Pero sobre todo la pelรญcula me ha recordado la recomendable serie britรกnica Broadchurch, protagonizada por David Tenant, de la que se prepara versiรณn norteamericana segรบn parece con el propio Tenant repitiendo papel protagonista. Como ocurriera en aquella, lo verosรญmil impregna cada plano de la pelรญcula, contribuyendo a meternos aรบn mรกs en la historia. Para ello, el ritmo de arranque Prisioneros es apropiadamente mรกs lento, presentรกndonos en los primeros compases de la narraciรณn una vida y unos personajes con los que simpatizamos, en un tono y un ritmo de costumbrismo cercano que sirve como frontispicio a la pesadilla. El plano subjetivo de esa mirada que acecha en primera persona a travรฉs de los รกrboles cercanos y esa casa vacรญa que espera al padre abre un mundo totalmente nuevo del relato hacia un territorio narrativo que a medida que el relato va manipulando nuestras simpatรญas por uno u otro personaje, nos convierte en vรญctimas, en verdugos, y finalmente en monstruos. La amenaza que se insinรบa con esos planos subjetivos, la mirada del acechador desde el interior de la autocaravana, por ejemplo. Desde esos planos enlazamos con esos otros que desde la presentaciรณn del personaje sirven para presentar al policรญa encargado del caso, interpretado por Jake Gyllenhaal. Hay que decir que Hugh Jackman es muy competente en este trabajo y presta gran solidez al nada fรกcil papel del padre, pero la funciรณn es para el lucimiento de Gyllenhaal, aunque en todo momento la pelรญcula mantiene un sรณlido y difรญcil equilibrio de protagonismo bicefรกlico entre los personajes del padre y del policรญa.
A partir de esa primera presentaciรณn de los personajes, el director empieza a lucir talento para manejar el ritmo de la historia y sacarla de lo previsible para llevarla por caminos narrativos y visuales que consiguen mantenernos interesados y atentos en todo momento a lo que va ocurriendo en la pantalla. Un ejemplo es la manera de acompaรฑar visualmente el interrogatorio del sospechoso mediante el diรกlogo con las secuencias de estudio forense de la furgoneta, pasando inmediatamente despuรฉs a la visita del policรญa a la casa del sospechoso y la conversaciรณn con la tรญa. Es a partir de ese momento cuando empieza a estar claro que sin caer en el efectismo gratuito, manteniendo ese aire de cine intimista construido sobre los personajes y sus tragedias, el epicentro del relato lo va a ocupar la bรบsqueda de las niรฑas desaparecidas y el relato de cรณmo esa bรบsqueda cambia a todos los personajes definitivamente. Esquiva por tanto con gran habilidad la tentaciรณn de caer en el alarde o exceso melodramรกtico de lรกgrimas mรกs propias del telefilme o la tv movie, una trampa en la que cayรณ Peter Jackson cuando rodรณ Desde mi cielo. En Prisioneros no hay nada de eso. Afortunadamente es una criatura cinematogrรกfica de otro pelaje muy distinto y mucho mรกs interesante, porque es capaz de ponernos en una encrucijada en cuanto a nuestro apoyo a las acciones del padre coraje indignado y las acciones del policรญa, de obligarnos a tratar cara a cara con la tortura y poner en cuestiรณn principios bรกsicos de humanidad. Es interesante observar el notable trabajo de diseรฑo de producciรณn que convierte las casas que aparecen en la pelรญcula en una especie de variantes de la jaula que habita el hรกmster de una de las niรฑas desaparecidas que nos muestran al principio del relato. Los interiores tienen una voz poderosa en este relato que le presta al mismo una entidad y una solidez muy cuidada, incluso en las escenas en la comisarรญa. Son lugares posibles, cercanos, reconocibles. Espantosamente reconocibles, porque nos meten aรบn mรกs en la historia y en sus momentos mรกs inquietantes. Ojo a la secuencia del martillo junto a la pila del retrete, es de lo mรกs inquietante que se ha visto este aรฑo en un cine.
En lo referido al ritmo, cada vez que el relato corre el riesgo de caer en la trampa de lo ya visto, incorpora un nuevo giro, un nuevo elemento que reaviva el interรฉs de la trama, por ejemplo el acechador, la tortura, el descubrimiento de las serpientesโฆ y sobre cada uno de esos giros, siempre la misma duda acuciante: ยฟquรฉ pensar de la tortura? ยฟQuรฉ harรญamos nosotros?
Las secuencias entre Jackman y Gyllenhaal son autรฉnticos duelos de personalidad con una notable quรญmica entre los actores, aunque tengo que aclarar que en mi opiniรณn, todos esos duelos los gana Gyllenhaal. Baste la del encuentro en el interior del coche como ejemplo.
El tema de la pelรญcula es en definitiva la destrucciรณn del bien a manos del mal, la creaciรณn de monstruos a manos de otros monstruos. La venganza. Y un mal que puede ser tanto activo como pasivo, tan pasivo como el de los personajes que afirman en un diรกlogo de la pelรญcula: โno vamos a pararle pero tampoco vamos a ayudarle. Nos desentendemosโ, que en mi opiniรณn es con diferencia el momento mรกs inquietante de la pelรญcula, al menos desde el punto de vista moral.
Un notable ejercicio de cine de intriga que sabe manipularnos con astucia para convertirse en una prueba moral para el espectador.
Y con un final que sabe pararse a tiempo para no caer en la trampa del tรณpico.
Miguel Juan Payรกn
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