Crítica de la película Próxima
Eva Green realiza una deslumbrante interpretación, como una astronauta que debe escoger entre quedarse con su hija o embarcarse en una misión a Marte.
Primeros planos sin artificio, silencios incómodos, angustias que surcan el rostro cansado de una mujer determinada a dar alas a sus sueños… Tales emociones son las que conjuntan esta película de Alice Winocour, en la que denuncia la discriminación por cuestión de género que suele ir a asociada a la carrera de las astronautas.
El argumento de la película recoge las vicisitudes y miedos que asolan a Sarah Loreau (Eva Green): una brillante ingeniera aeroespacial francesa, que es seleccionada para participar en una misión en Marte, junto a un héroe de la NASA como Mike Shannon (Matt Dillon). Sin embargo, Sarah tiene una hija pequeña a su cargo, llamada Stella (Zélie Boultant). La niña posee un vínculo especial con su madre, que no muestra hacia su padre; por lo que la próxima ausencia prolongada de la persona que mejor la entiende ocasiona un auténtico caos en su interior. Por su parte, Sarah se somete al duro entrenamiento, con la tristeza de verse obligada a desprenderse de la presencia física de su niña: sensaciones que generan un sinfín de dudas y ahogos.
El intimismo utilizado por Winocour favorece para comprender en toda su extensión el abismo afectivo al que se asoma la protagonista, mientras la odisea espacial queda en un segundo plano. Tal solución vuelca la trama hacia el lado de la relación materno-filial, y esa fórmula fortalece el ingrediente dramático, aunque desprende de significancia otros cauces argumentales.
Un ritmo cadencioso, casi exasperante en algunos momentos, prima en la evolución argumental de Próxima, y afecta profundamente a la parte de la movie dedicada a narrar la preparación de Sarah para la misión en Marte. En este apartado, no queda muy claro que la opción de detallar cada prueba física de manera tan minuciosa sea necesaria, ya que genera un efecto de reiteración del mensaje que transmite. Problemas de seguimiento, que causan cierto tedio hacia la trama.
Tampoco posee la adecuada fuerza temática el ingrediente de la reivindicación feminista, y eso a pesar de que, con los chispazos que propone el filme, sí apunta algo hacia la arcaica realidad de que la carrera espacial sea todavía un territorio habitualmente masculino. Precisamente, tales insertos de lucha profesional de Sarah son las que dan cuerpo y contraste al rol que encarna Matt Dillon; quien realiza un trabajo de impecable vulnerabilidad, como el astronauta líder y falsamente heroico del equipo destinado a Marte.
Winocour conjunta todos estos componentes, y los encaja en un laberinto de encuentros y desencuentros, protagonizados por Sarah y su pequeña. Unas secuencias de gran calado sensible, en las que Eva Green y la casi debutante Zélie Boulant se crecen en la pantalla, con las posibilidades que les otorgan sus respectivos roles. Ellas son las que hacen de esta obra un filme de gran trascendencia humana. Caracterizaciones que mimetizan su liturgia gestual con los escenarios en los que transcurre la historia, y que reflejan la frialdad de un mundo de naturaleza exuberante, aunque sin capacidad para alumbrar las respuestas a las preguntas que se plantea la ingeniera aeroespacial a la que encarna Green.
Tras el visionado de Próxima, no se le puede negar a Winocour que haya conseguido captar el espíritu que reside en la necesidad de surcar el universo, sin por ello emplear ni un solo fotograma en la recreación del inmenso espacio sideral.
Jesús Martín
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