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sábado, julio 27, 2024
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Quiero ser Italiano ***

Quiero ser Italiano ***

Simpática comedia francesa sobre la búsqueda de la identidad. Nada nuevo bajo el sol, nada especial, pero Quiero Ser Italiano es una de esas películas que se disfrutan en cualquier momento y lugar, nos hacen sonreír todo el tiempo y soltar alguna carcajada de cuando en cuando, dejando la sensación de haber pasado un buen rato aunque la película se nos olvide a la media hora de haberla visto. Sencilla y aseada, perfecta para una tarde de fin de semana sin nada que hacer. Eso sí, llega a España con un par de años de retraso, lo cual es la norma habitual ya en nuestro país, por desgracia. Damos gracias a que siguen llegando películas. Tarde o temprano, que sigan llegando películas como ésta que no va a reventar la taquilla precisamente… es algo que me maravilla y que merece un aplauso.

 

La película nos presenta a Dino, un tipo italiano que vive en Francia y que lo tiene todo controlado a sus 42 años. Es el mejor vendedor del concesionario de coches (italianos, cómo no) en el que trabaja. Tiene una maravillosa relación sentimental y es querido y respetado por su familia y sus amigos. Sus problemas comienzan el día que su padre enferma y le pide que cumpla con el Ramadán musulmán por respeto a él. Porque Dino no es italiano, ni siquiera se llama Dino. En realidad es de familia argelina y musulmán, y para cumplir la promesa que le hace a su padre pondrá en peligro su cómoda vida y su mundo como italiano en Francia.

 

Con esas premisas nos encontramos ante una comedia de equívocos que centra todo su peso en el actor Kad Merad, brillante como el encantador y engatusador Dino, en ese camino por descubrirse a uno mismo y reencontrarse con el pasado que, sin querer, emprende un personaje que, sin darse cuenta, había creado a otra persona que no era él para que viviese su vida. Sin darse cuenta de lo que perdía por el camino. La película a veces camina por la nostalgia de los personajes, sobre todo en lo que a la relación padre/hijo se refiere. Escenas como la del hospital y los 50 euros o el final con el padre son de lo más interesante del desarrollo dramático de la historia.

 

Luego hay momentos y gags muy bien construidos y muy divertidos (la llegada a la mezquita con el libro, el café con los padres de la novia y el dichoso tiramisú, la policía parando el coche…) y otros no tan ingeniosos y algo blanditos que nos harán sonreír y con eso nos damos por satisfechos. Tampoco pretende engañar a nadie en el camino. La película nos habla de lo que somos y aparentamos ser, de lo que escondemos y a quién defraudamos, pero desde el humor más ingenuo y blanco, con algún momento de excesivas babas hacia el final de la misma. Divertida y simpática sin más.

 

Jesús Usero.

 

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