Emotivo acercamiento a la vida del atleta Jesse Owens. Stephen Hopkins consigue ilustrar con brillantez las hazaรฑas del hombre que derrotรณ al Nazismo, en las Olimpiadas de 1936.
Salvo alguna producciรณn televisiva, resulta sorprendente que el cine nunca antes se haya interesado por recrear la figura del hรฉroe de las cuatro medallas de oro en el Berlรญn de las esvรกsticas. Olvido incomprensible, que el director Stephen Hopkins ha subsanado con esta pelรญcula, cargada de momentos memorables por su significado en la historia de la igualdad racial, y que evoluciona con agilidad hasta la ascensiรณn al podio del universitario afroamericano que corrรญa a la velocidad del viento.
No obstante, la virtud de este filme estriba en que no se queda simplemente en la gesta de Owens tras su participaciรณn en las Olimpiadas de 1936, sino que tambiรฉn nutre su discurso con la marginaciรณn a la que USA sometiรณ al atleta antes de su triunfo mundial, en una รฉpoca en la que los ciudadanos negros no podรญan ni usar los mismos lavabos que sus compatriotas blancos. En este sentido, Hopkins acierta al no hacer especiales distinciones entre los comportamientos racistas de los teutones y los estadounidenses. Discurso contra las injustas tesis sobre la distinciรณn entre los habitantes por el color de su piel, que el filme expone a travรฉs de un cuadro de personajes que genera -en su gran mayorรญa- la reacciรณn del pรบblico.
Tal opciรณn queda reflejada en la relaciรณn de amistad mantenida entre JO y su entrenador: el dialogante y perfeccionista Larry Snyder. Ellos son los que llevan el guion en las volandas de las emociones compartidas, y consiguen que los hechos narrados sean percibidos con una mayor capacidad de verosimilitud y cercanรญa. Efectos que el cineasta vuelve a concitar con la apariciรณn del atleta germano Carl โLuzโ Long, cuando el prohombre llamado a ser el orgullo de los arios reconoce la equivocaciรณn de su gobierno, ante un Jesse al que ayuda a competir en igualdad de condiciones.
Ante semejantes bazas afectivas, la movie descansa abiertamente en la eficacia de las interpretaciones de un esforzado Stephan James (Jesse Owens) y un inspirado Jason Sudeikis (Larry Snyder). Sus duelos en escena por luchar contra las polรญticas de segregaciรณn racial, mientras esperan la celebraciรณn de las Olimpiadas nazis, enmarcan una obra construida en funciรณn de homenajear al individuo que enfadรณ a Hitler con sus cuatro medallas de oro.
Sin embargo, los aciertos en el plano de la caracterizaciรณn de los personajes quedan un tanto ensombrecidos por la escasa destreza del equipo al recrear la Alemania nazi. Desde el momento en que la trama tiene lugar en Berlรญn, la inclusiรณn bastante esquematizada de la problemรกtica de las deportaciones de judรญos y la apariciรณn de un Goebles demasiado esquematizado restan eficacia a la cinta. Una caรญda en intensidad que ya habรญa quedado reflejada con la confusa trama dedicada a las votaciones del comitรฉ olรญmpico estadounidense, a tenor del posible boicot a los juegos hitlerianos por parte del equipo nacional de las barras y estrellas.
No obstante, dentro de la artificial y poco creativa escenificaciรณn de las Olimpiadas de 1936, quizรก lo mรกs resaltable sea la interpretaciรณn de Carice van Houten, quien aporta unos signos de humanidad desconcertante a la cineasta Leni Riefenstahl.
Jesรบs Martรญn
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