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viernes, abril 26, 2024
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Resident Evil: Ultratumba ★★

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Crítica de la película Resident Evil: Ultratumba

La principal conclusión que he sacado tras salir del pase de prensa de Resident Evil: ultratumba es que los responsables de la saga tienen que currarse más los guiones, y si bien es una entrega muy entretenida, con el aderezo circunstancial del 3D, me ha dejado un tanto insatisfecho con sus resultados.

Como fanático seguidor de la saga que espera ansiosamente cada nueva entrega para pasar un buen rato viendo a Alice repartiendo cera, yo estaba dispuesto a empezar este comentario provocando al personal y soltando la exageración de que Milla Jovovich es la Lauren Bacall del cine de acción actual, pero la verdad es que he salido algo chafado de la proyección.

Paso a explicarme: no nos cuentan nada. Cada vez se lo curran menos a la hora de desarrollar personajes e historias, lo cual que a este paso si queremos tener un mejor tratamiento narrativo de la saga en su versión cinematográfica vamos a tener que tirar de los videojuegos, los libros o los tebeos, porque está claro que en el cine, al menos en esta entrega, sólo nos disparan imágenes impactantes, piruetas imposibles (y precisamente por ello poco verosímiles, esto es, de las que son capaces de sacarnos de la película) y un amontonamiento paulatino de escenas de acción sin demasiado ritmo, orden o concierto.

Se diría que, entontecidos con el juguete del 3D y las posibilidades visuales que permite (aunque no necesariamente interesados en ampliar las mismas o sus posibilidades narrativas jugando con la profundidad de campo o similar, insistiendo no obstante en disparar objetos varios contra el espectador de manera, eso sí, muy lograda), los artífices de la película han perdido interés por desarrollar los personajes que la habitan.

Prueba de ello es la facilidad con la que prescinden de los mismos. No voy a revelar aquí spoilers innecesariamente, pero cuando vean la película reparen en cómo se quitan a los personajes de encima como si fueran despojos narrativos, sin llegar a desarrollar mínimamente sus posibilidades, algo así como parte del decorado, poco más que las sillas, mesas, ordenadores y paredes dispuestos para recibir balas y permitir mayor lucimiento de las acrobacias de Milla y en menor medida de Ali Larter. A Sergio Peris Mencheta apenas le dejan presentarse, decir soy fulanito, y poco más. Y lo mismo se aplica al resto de los nuevos personajes, incluyendo a Wenworth Miller, que para ser la incorporación destacada de esta entrega en el papel de  Chris Redfield, hace poco más que apretar el gatillo (si obviamos el guiño a modo de eco de Prison Break de su presentación… suponiendo que sea un guiño… igual ante el páramo de propuesta argumental andaba yo a la caza y captura de algo mínimamente curioso, porque los chistes de revancha contra los productores a costa del personaje de Kim Coates o la bobadita de que aparezca una campeona de natación en el instituto justo cuando hace falta poner se a bucear se me quedaban cortas como propuesta humorística).

Ya digo que no me he aburrido. En absoluto. Es una entrega entretenida, con algunos momentos que recuerdan lo mejor de episodios anteriores. Pero por ejemplo al principio esperaba más del ataque de los clones (espero que Lucas no me denuncie por utilizar el término, igual lo tiene registrado como todo lo demás). Es espectacular, pero el amontonamiento de acción llega a abrumar y hasta despertó fantasmas en forma de ecos de Ultravioleta, otra de la Jovovich, notablemente más aburrida que ésta, o de lo más cansino de las secuelas de Matrix. Ya digo que el rollito destroyer funciona, pero la saturación de la maquinaria continua de demolición, disparos, machetazos, patadas y piruetas con cables pasa factura si no hay algo detrás desde el punto de vista de arco dramático y desarrollo de personajes que la sustente. Además, es un tanto reiterativa en algunos momentos.

Tampoco me ha convencido esa especie de innecesario, cansino y totalmente caduco tributo u homenaje a la saga de Matrix, con el villano de turno convertido en una especie de agente Smith inflado con esteroides “made in Umbrella” mezclados con el imprevisible Virus T. En ocasiones anteriores los villanos de la saga eran más elaborados e interesantes. Aquí, por aquello del ritmo,  incluso anticipan demasiado el enfrentamiento con el supermonstruito de turno (el pavo del hacha), que está bien, pero merecía más protagonismo y haberlo reservado para el final, en lugar del “hombre Martini” armado como si fuera un reportero del programa “Caiga quien caiga”.

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El desaprovechamiento del tipo del hacha afecta también a los otros elementos nuevos aportados a la saga en esta entrega, desde los zombis tuneladores hasta los dóberman tuneados, e incluso se hace notar en lo poco que aparecen los zombis, cuya contribución al total del metraje se queda ciertamente por debajo de las entregas anteriores. Y Resident Evil es sobre todo una saga de muertos vivientes, no lo olvidemos.

Por último tenemos un final que más que abierto o hijo del cliffhanger televisivo es más bien dejar la película inconclusa.

Resumiendo, que no progresan en la mitología de lo que podríamos denominar el Universo Umbrella o la saga de Resident Evil, aunque es entretenida y ciertamente el tiempo pasa volando viendo a Milla y Ali  repartir cera limonera a diestro y siniestro, aunque se repitan un poco y nos dejen con la sensación de que no nos han contado nada.

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Por otra parte, con esta entrega, y armándose con el 3D, el camino de la mutación del videojuego al cine se completa, en detrimento del cine, me temo, y consigue la hibridación total: estamos ante una película-videojuego, con la pega de que, al contrario que en un videojuego convencional, no podemos jugar porque el mando lo tiene en exclusiva el director.

Así que como peripecia de acción trepidante está bastante completita de escenas espectaculares, pero a estas alturas, en la cuarta entrega, incluso los más incondicionales seguidores de la saga queremos que bien abran nuevos caminos, o simplemente se lo curren más para desarrollarnos la línea narrativa, porque lo de la acción trepidante y visualmente impactante ya se le supone a toda película de Resident Evil.

Conste no obstante que digo todo esto pero, como frikiadicto al asunto y apuntando maneras para masoca, la msima tarde del día del estreno iré a verla otra vez con mi hija y otra gente, porque es un rato entretenida, aunque contar, lo que es contar, no cuente casi nada.

Y pensar que al principio, con los paraguas (umbrella) y la lluvia en la calle japonesa parecía que iba a ser otra cosa…

Miguel Juan Payán

Miguel Juan Payán
Profesor de Historia del cine, Géneros cinematográficos y Literatura dramática

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