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miércoles, abril 24, 2024
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Safe ★★★

Safe

Crítica de la película Safe

Safe es una recomendable cita con el cine de acción total. Un Jason Statham en plena forma no defrauda a sus seguidores. Imaginen la película Gloria de John Cassavetes (e intenten olvidar la versión con Charito Stones que dirigió Sidney Lumet, hecho inexplicable), pero cruzada con un cómic de Punishser, el justiciero urbano con la calavera en el pecho de los cómics de la Marvel. De hecho, me atrevería a decir que en algunos momentos Safe es mejor versión de las viñetas de Punisher que cualquiera de las tres películas sobre ese personaje que se han rodado hasta el momento, aunque no se base directamente en el mismo… Dar cera, pulir cera. Esa es la consigna que sigue Jason Statham en su filmografía, y le va de maravilla. Le va de maravilla a él y a sus seguidores, aficionados al cine de acción puro y duro, sin contemplaciones ni componendas, sin “mensajes” ni vainas. Lo que ocurre es que, al contrario de lo que puedan pensar muchos “iluminados gafapastas”, el hecho de que muchos seamos aficionados a pasarlo bien el cine y a hacer algo tan sencillos como evadirnos viendo películas de acción no significa que nos tengamos que tragar cualquier cosa con puñetazos, patadas y apretamiento de gatillos que nos pongan delante del hocico. Queremos acción de calidad, bien escrita, bien construida. Nos gustan las tramas de intriga coherentes, sin agujeros en el guión, sin repeticiones tontas, sin rolletes eróticofestivos metidos con calzador. Y por supuesto no nos gusta la acción por la acción, porque además eso es aburrido, a menos que pongas de tu parte unos botellines de cerveza para poder echarte unas risas con lo absurdo de algunas situaciones que te escupe la pantalla y acabes viendo Cobra, el brazo fuerte de la ley con la carcajada puesta durante toda la proyección. El arrollador éxito en la taquilla de Los Vengadores ha reivindicado una vez más la pertinencia del cine como entretenimiento y producto de ocio y evasión, poniendo otra vez las cosas en su sitio y demostrando que lo que lleva a la gente a las salas no es simplemente una película con mucho dinero dentro, sino una película con mucho dinero dentro bien parida. El público de hoy no es tonto, aunque algunos críticos se empeñen en tratarlo como tal. Muchos, la mayoría, van (vamos) al cine la mayor parte de las veces esencialmente a evadirnos y no a angustiarnos. No queremos encontrar el sentido de la vida o repasarnos los conceptos del amigo Kierkegaard mientras vemos la película. Y sospecho que nos importa poco que luego haya por ahí sueltos algunos fundamentalistas de la intelectualidad partidarios de disciplinarnos a todos como a niños díscolos como si se hubieran formado para ejercer la crítica cinematográfica bajo las consignas del fallecido líder cinéfilo norcoreano Kim Jong Il. Así las cosas me parece un momento excelente para disfrutar de la última propuesta que nos hace ese repartidor de tortas y evasión cinematográfica que es Jason Statham, al que por dedicarse esencialmente a protagonizar películas de acción tantos sobrados de la crítica ningunean y miran por encima del hombro, olvidando que el hombre se dedica a lo suyo, no pretende recitar a Shakespeare (como si hiciera Arnold Schwarzegenner en sus tiempos, en El último gran héroe, parodiándose, o mejor dicho, parodiando su propia imagen cinematográfica y los palos que le metían los críticos a su trabajo ante las cámaras). En Safe, Statham no se autoparodia, simplemente se limita a hacer su trabajo. Un gran trabajo. Un trabajo del mismo tipo del que realizaba John Wayne cuando aparecía con su sombrero, su revólver, su rifle y su caballo en cualquier película del oeste. O como el que hacía Jean-Paul Belmondo, que después de ser estrella de la Nouvelle Vague con Godard se pasó al bando de los maestros del entretenimiento y la evasión, convirtiéndose en una de las grandes estrellas del acción del cine europeo. Statham demuestra en Safe lo mismo que ya había demostrado en otras de sus películas recientes, que está hecho de la pasta de un Charles Bronson o un Belmondo para replanteado para el cine de nuestros días. Vale, no es un Lee Marvin o un Jack Palance, no es un Robert Mitchum o un Steve McQueen, pero en su propia liga es imbatible, y con todos mis respetos para los seguidores de Bruce Willis, me cae más simpático que el de la Jungla de Cristal. Ya está, ya lo he dicho. Ahora pueden empezar a disparar sus tomates, que los esquivaré intentando moverme como Neo delante de las balas en Matrix, aunque con la tripa cervecera lo voy a tener un poco fastidiado. Se hará lo que se pueda. Volviendo a Safe, el primer acierto es dividir el protagonismo de la trama en dos personajes, comenzando la historia con la niña perseguida, lo que propicia un planteamiento argumental más interesante, ya que será la niña, y no el personaje de Statham, el que nos meta en esa fábula de guerra de bandas. Además han tenido mucho cuidado de no caer en más tópicos de los estrictamente necesarios, y te tragas, cuela, es verosímil y no chirría, la relación que se establece entre la niña y su protector, al menos durante la mayor parte de la película. La reunión y asociación del personaje d de la niña, que conduce la historia en su principio, con el personaje de su protector, Statham, es fluida, coherente, perfectamente asumible sin despertar en principio el escepticismo del espectador. Es una lástima que en un momento determinado del relato, los guionistas hayan decidido darle al protagonista una nueva identidad, montando una trama sobre su pasado que nos resulta menos creíble que todo lo anterior y nos saca de la película. Un error tolerable por lo bien que funciona el asunto como espectáculo de acción hasta ese momento. Creo que en la parte final del guión les han faltado agallas para tirar la historia por el camino que habían emprendido en principio, con todas las consecuencias. No era necesario explicar “más” el personaje de Luke, ni buscar esa especie de giro o sorpresa innecesaria en el relato, que me suena a virguería inspirada por las estrategias y libros de guión escritos desde las escuelas, más que desde el día a día de la narración cinematográfica. Eso de que hay que justificar todo, cuando de partida te están poniendo delante de las narices a un pavo que con las manos desnudas se lleva por delante a tres o cuatro tíos armados y con pinta de armario de dos puertas. La suspensión de la credibilidad y la complicidad del público era ya total en la primera parte del relato, no era necesario adornar la fábula para explicar nada. De hecho, el personaje de Statham deja de ser creíble precisamente cuando se empeñan en “explicárnoslo” y justificar su capacidad de supervivencia y su habilidad para dar cera y pulir cera. Afortunadamente, al final lo arreglan con dos detalles: el asalto al casino estilo Grupo salvaje y el desenlace del combate final entre protagonista antagonista, presentado de manera muy astuta como una especie de eco de planificación y planteamiento visual del cine de acción ochentero más ramplón, en plan duelo singular… pero solventado con astucia y sorpresa que además estrecha el vínculo entre el personaje de la niña y su protector. Después de eso: ¡quiero ver la secuela! Me gustaría ver cómo se desenvuelven estos dos personajes en el futuro que les espera.

Miguel Juan Payán

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Miguel Juan Payán
Profesor de Historia del cine, Géneros cinematográficos y Literatura dramática

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