Los diarios del ron: un paseo por la Dolce Vita del Periodismo Gonzo de Hunter S. Thompson con Johnny Depp.
Me quedรฉ enganchado a la pelรญcula desde la primera escena, como una mosca en la tupida telaraรฑa de Hunter S. Thompson. Dos horas en una realidad ajena y lejana sin pensar en las cosas que habรญa dejado aquรญ en el mundo real me parecen la mejor prueba de que Los diarios del ron funciona muy bien como pelรญcula. Me da lo mismo si son o no un reflejo tan fiel de la obra de Thompson como en su momento lo fuera Miedo y asco en Las Vega de Terry Gilliam. Lo primero que hay que tener en cuenta es que ya en su origen literario, Los diarios del ron no son lo mismo que Miedo y asco en Las Vegas. Lo segundo es que creo que en lo referido a traducciรณn al cine de la manera de aplicar el Periodismo Gonzo, esta pelรญcula es mรกs cinematogrรกfica, o dicho de otro modo, es mรกs pelรญcula. La de Gilliam sin embargo era mรกs una de esas piezas geniales del puzzle de la existencia que se viene montando el ex de los Monty Phyton desde que empezรณ a dirigir, ejercicio singular, muy interesante, cine de calidad, sin duda, pero menos cinematogrรกfico en un sentido mรกs amplio para todo tipo de pรบblico que el que nos propone ahora Los diarios del ron.
Para que la cosa quede mรกs clara, voy a utilizar clรกsicos de Federico Fellini a modo de ejemplo. Yo dirรญa que Miedo y asco en Las Vegas era algo asรญ como el 8 ยฝ de las traducciones de Hunter S. Thompson al cine, mientras que Los diarios del ron la veo mรกs para un pรบblico mรกs amplio, algo asรญ como La Dolce Vita. De hecho, la comparaciรณn surgiรณ mientras que veรญa la pelรญcula. Salvando todas las distancias de estilo, preocupaciones existenciales y manera de contar que ustedes quieran establecer desde su conocimiento y pericia en el anรกlisis del cine de Fellini, no puedo evitar que la forma en la que se despliega la historia de Los diarios del ron me recuerde La Dolce Vita de Fellini, pero cambiando a los paparazzi que la pelรญcula del director italiano ayudรณ a bautizar por los tres desarrapados periodistas que protagonizan la peripecia narrada por Hunter S. Thompson, y el paisaje de Roma a finales de los cincuenta y principios de los sesenta por San Juan de Puerto Rico mรกs o menos en esas mismas fechas en las que el mundo estaba cambiando por todas partes.
Dejando de lado los puntos en comรบn que puedan tener ambas pelรญculas, lo que me parece evidente es que las dos comparten una misma virtud: meternos de cabeza en esas vidas ajenas, proporcionarnos una experiencia de inmersiรณn en las peripecias del joven periodista Kemp (Depp), el veterano y descreรญdo fotรณgrafo Sala (Michael Rispoli), y el muy pasado de rosca Moberg (genial Giovanni Ribisi).
Quizรก alguien pueda pensar que la pelรญcula no tiene un argumento centrado, que cuenta muchas cosas y no organiza una intriga al uso. No voy a negarlo. No lo niego porque esa es una de sus virtudes. Podrรญan habernos enchufado una trama de intriga con el asunto del expolio perpetrado por los inversores norteamericanos capitaneados por ese curiosรญsimo personaje de antagonista que construye Aaron Eckhart, el cรญnico Sanderson, y podrรญan haber hilvanado eso con el hilo florido y babosete de una historia de amor mรกs convencional entre Chenault, la atractiva โfemme fatalโ a la que da vida Amber Heard, cortรกndonos la respiraciรณn como al propio protagonista (dirรญa que desde que vi a Kathleen Turner en Fuego en el cuerpo no habรญa vuelto a quedarme tan enganchado a una fรฉmina de ficciรณn hasta que apareciรณ Heard en plan sirena en torno a la barca de Deppโฆ). Pero en lugar de eso, lo que hace Los diarios del ron es no faltarnos al respeto como espectadores, considerando que vamos a ser capaces de disfrutar de esta historia sin ponernos las cosas masticadas en plan potito para bebรฉs aficionados al cine fรกcil de tragar y mรกs fรกcil de defecar.
No, la cosa va por otro camino con Los diarios del ron. Asumen que a pesar del bombardeo de formulismo, repeticiones, secuelitis, precuelitis, sagas, superhรฉroes mal traducidos al cine y adaptaciรณn de novelas para adolescentes todavรญa queda gente en el patio de butacas que estรก dispuesta a seguir una trama no aborregada, que prescinde de la fรณrmula y sรณlo quiere contar una historia. Vamos que no se van a encontrar ustedes con una traducciรณn โestilo Hollywoodโ de la intriga de Hunter S. Thompson en Puerto rico, ni tampoco con una pirada de pinza como la de Terry Gilliam con Miedo y asco en Las Vegas.
En Los diarios del ron estamos en un tipo de cine que no vemos con frecuencia en la cartelera en los รบltimos tiempos dentro de la oferta que suele llegarnos de Hollywood. Cine que no es โde autorโ pero maneja una manera de contar que renuncia a la fรณrmula del gรฉnero, aunque estรฉ servida con una presentaciรณn visual de la historia propia de la fรกbrica de cine estadounidense, asรญ tipo postal y tal. Es esa sinergia lo que resulta en mi opiniรณn mรกs atractivo de la pelรญcula, revestida de un cierto aire de serie B en algunos momentos del relato, ataviada con las mejores galas de la exposiciรณn visual del cine clรกsico de Hollywood, y al mismo tiempo capaz de mostrar imรกgenes como las del viaje de droga de Kemp y Sala o las sesiones con los prismรกticos ante el televisor, o los desvarรญos de Moberg, que nos atrapan en esa telaraรฑa de Hunter S. Thompson de la que hablaba en un principio.
Los diarios del ron no son una pelรญcula, sino varias, pero sin que haya enfrentamiento o competencia entre todas ellas. En eso creo que han sabido captar una de las caracterรญsticas de las obras de Hunter S. Thompson, que se niegan a ser una sola cosa y acaban siendo varias, pero sin competir entre ellas ni romper el ritmo del relato. Un ejercicio difรญcil y ejemplar. Quizรก una de las esencias de su Periodismo Gonzo.
Para entender esto que estoy diciendo, cuando vean la pelรญcula observen la evoluciรณn tan rica y compleja que tiene el personaje de Chenault, que empieza siendo mujer fatal, luego se convierte en interรฉs romรกntico del protagonista y evoluciona hasta protagonizar uno de los momentos mรกs inquietantes de la pelรญcula en la fiestaโฆ hasta diluirse como una sombra desapareciendo del relato pero dejando en el mismo algo parecido a una especie de perfume sensual.
Los diarios del ron es una buena pelรญcula precisamente porque no es previsible en absoluto y lo รบnico que nos pide es que nos entreguemos a ella sin esperar tรณpicos ni fรณrmulas del cine mรกs comercial, y simplemente hace algo tan grande como meternos dentro de una historia durante dos horas sin que podamos estar seguros de lo que va a ocurrir a continuaciรณn.
Miguel Juan Payรกn
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