Crítica de Samaritan
Crítica de la película Samaritan
Curiosa vuelta de tuerca al cine de superhéroes con Sylvester Stallone.
Una película entretenida que llega de la mano del director Julius Avery, responsable de Overlord, que no pretende mucho más que hacernos pasar un buen rato, quizá reflejar parte de los problemas actuales de nuestra sociedad, delante y detrás de las cámaras. Porque por un lado pretende mostrar una ciudad fría, inhóspita y desangelada, donde nadie se preocupa por el prójimo, como en la vida real. Y por otro adolece del mal de muchas producciones modernas, que acaban siendo intrascendentes por mucho que aspiren a algo más. Es una dicotomía curiosa, pero que no hace que el resultado sea distinto. Es una película entretenida, simpática, con algo de carisma por su reparto, y quizá con unos medios limitados para un género como este.
La historia presenta una ciudad que una vez tuvo dos personajes con poderes, Samaritan y Nemesis, que desaparecieron hace años, creyéndose que el primero murió derrotando al segundo. Pero un niño sigue creyendo que Samaritan aún vive entre los habitantes de la ciudad, y que es ni más ni menos que Joe, el basurero que vive en su mismo edificio. ¿Será cierto? ¿Habrá encontrado al héroe perdido durante todos estos años? Y, si es él ¿por qué se ha escondido mientras la ciudad se desmoronaba? ¿Llegará a tiempo de salvarla de un nuevo peligro que amenaza con convertir la maltrecha urbe en cenizas? Un argumento de búsqueda de la figura paternal perdida y de héroe reticente que hemos visto ya en más de una ocasión y no sólo en este género.
Porque aunque busque un mayor realismo, con poderes más contenidos, con un tono gris y decadente en lo visual, el guión acaba mostrándonos elementos más que de sobra conocidos, lugares comunes, tópicos insalvables, como ese villano facilón y sin trasfondo, con menos luces de las deseadas. O esa madre que hemos visto idéntica en un millón de producciones anteriores. Lo mismo que el pequeño protagonista, ese personaje incordio y algo cargante que sin embargo acaba ganándose el cariño del protagonista. Y eso que ese personaje es el más cuidado junto al de Joe. El reparto hace todo lo que puede por levantar ese guión, por insuflarle algo de vida, pero no es suficiente para que destaque y sea algo verdaderamente único o adulto. O siniestro. O maduro.
Julius Avery, director de Overlord, aporta un curioso toque visual, gris y sin brillos, con un toque siniestro, a la ciudad y el diseño de producción. Las escenas de acción son contenidas debido al presupuesto, pero son efectivas y están muy bien rodadas. Su ausencia de presupuesto gigantesco la hace aún más curiosa, porque no busca ser espectacular, busca funcionar. Pero el guión se desinfla por momentos y aunque la película entretiene, los paralelismos con el mundo actual, su supuesto realismo, su fuerza, se va desvaneciendo con cada tópico, cada trama abandonada, y cada momento ñoño. Es un buen entretenimiento, pero no va a revolucionar el cine de superhéroes.
Jesús Usero
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